viernes, 23 de septiembre de 2011

Pastoral: ¿Estás ignorando la alarma?

El texto de hoy termina señalando un consejo absolutamente pertinente que quiero resaltar en esta pequeña introducción, pues indica que debemos pedir a Dios sabiduría y discernimiento para reconocer todo aquello que aunque con apariencia de inofensivo daña nuestra relación con Cristo; que buen consejo para finalizar la semana; que tengan unos días de descanso increíbles y un fin de semana de victoria y amor con sus seres queridos.

Saludos y bendiciones

José Luis
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¿Estás ignorando la alarma?

 


Gálatas 5:16-17
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.”


Podemos considerar este pasaje como una alarma contra todo lo que puede ocasionarnos daño en este mundo. Una alarma más sofisticada y mucho más necesaria que cualquier alarma contra incendios, o contra robos o cualquier otro riesgo existente. Nos habla del peligro de satisfacer “los deseos de la carne”, pues invariablemente esta acción traerá malas consecuencias en nuestras vidas. Por eso, el Espíritu Santo se opone a estos deseos. Los planes de Dios para nuestras vidas son de bienestar y de prosperidad, dice Jeremías 29:11. Pero para que estos planes se conviertan en realidad es necesario vivir de acuerdo a la Palabra de Dios, que es la espada del Espíritu.

Contrario a lo que muchos piensan, la expresión “los deseos de la carne” no se refiere exclusivamente al aspecto sexual. Hay muchas otras situaciones en la vida en las que podemos aplicar este término. Por ejemplo, comidas o bebidas que nos gustan, pero no son buenas para la salud, o las ingerimos en exceso. También podemos incluir el consumo de cigarrillos, así como otras substancias que crean adicción y son realmente dañinas para nuestro cuerpo. Los buenos planes de Dios incluyen nuestra salud física al igual que la espiritual.

Es necesario que seamos muy cuidadosos. No ha habido una persona que por primera vez fumara un cigarrillo que no mostrara disgusto; nadie ha probado un trago de alcohol por primera vez en su vida sin que produjese una mueca de asco o malestar. Sin duda son señales dadas por la naturaleza por medio de las cuales rechaza la transgresión de las leyes relativas a la salud. Un aviso que no debemos tomar a la ligera, pues nos muestra el instinto de conservación que ha sido implantado en nosotros con el fin de preservar nuestras vidas. Lamentablemente, millones de personas que ignoraron esas primeras señales actualmente son víctimas de un vicio que las mantiene encadenadas al consumo de alguna sustancia que está ocasionando daño a su salud. Lo que sucedió es que poco a poco el organismo se fue adaptando a esa determinada sustancia, y con el tiempo llegó al punto de resultarle agradable.

En el aspecto espiritual sucede de manera similar. Cuando nos enfrentamos por primera vez a una cierta situación que nos atrae y que puede resultar dañina, el Espíritu Santo de alguna manera nos alerta acerca del peligro de “probar” de aquello que nos está resultando atractivo. En otras palabras, actúa como una alarma para nosotros. Quizás en ese momento nosotros no lo sepamos, pero estamos corriendo el peligro de “ingerir” algo que puede ser dañino para nuestra salud espiritual. Ignorar esa primera señal puede traer malas consecuencias a nuestras vidas. Puede incluso llegar a convertirse en un vicio que afecte profundamente de una manera negativa nuestra relación con el Señor.

Debemos cuidar tanto nuestra salud física como nuestra salud espiritual. Recordemos que nuestro cuerpo es “templo del Espíritu Santo.” (1 Corintios 6:19). Hay ciertas cosas perjudiciales para el cuerpo que hay que descartar de nuestro menú. Hay también cosas dañinas para nuestro espíritu que hay que eliminar de nuestras vidas. Cuando el enemigo nos tienta, siempre nos muestra algo que puede ser atractivo, pero que indudablemente nos va a causar mucho daño. Cuando sintamos la alarma del Espíritu, seamos obedientes y rechacemos la tentación. Si esta persiste, sigamos el consejo de Jesús en Mateo 26:41: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.”




ORACION:
Padre santo, te ruego me des discernimiento espiritual para identificar todo aquello que hace daño a mi cuerpo o a mi espíritu, y dame las fuerzas para rechazarlo. Por favor ayúdame a ver la mano del maligno detrás de esas cosas por atractivas que me parezcan a mí. En el nombre de Jesús, Amén.

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