martes, 25 de octubre de 2011

CPEC: Comité de Profesionales y Empresarios Cristianos

Octubre 24, 2011
SU VIDA: ¿DESPERDICIARLA, GASTARLA Ó INVERTIRLA?
Por Rick Warren

Prácticamente todos los días recibo algún correo no solicitado tratando de interesarme en alguna oportunidad de inversión financiera. Aunque invertir sabiamente sea lo más inteligente por hacer, he notado que muchas personas que planean con diligencia cómo van a invertir sus ingresos, pero nunca han tratado de considerar el planear cómo van a invertir sus vidas.

Cuando llegue el momento, y esté al final de su vida, ¿cómo va a determinar si su vida valió la pena? ¿Qué criterios de evaluación se utilizarán? Por hacer una pregunta más inmediata, ¿En qué  está invirtiendo su vida ahora mismo? ¿Qué tipo de interés o "dividendo" está esperando a recibir de la inversión de su vida?

En realidad, usted sólo tiene tres opciones al considerar qué hacer con el resto de su vida:

La puede desaprovechar. Hay innumerables maneras de hacerlo, las vemos tan sólo al mirar  alrededor. Muchas personas no hacen absolutamente nada con sus vidas. Simplemente existen – usando un espacio y el aire. No contribuyen con sus vidas. Sus horas son consumidas por actividades sin sentido - o sin hacer nada en lo absoluto.

La puede GASTAR. Hay muchas maneras de dejar pasar su vida. Usted puede dedicarse a una carrera, o un hobby, o una experiencia, o de viaje - cualquier tipo de búsqueda que capture su interés y le seduzca dedicarle gran parte de su tiempo, energía y recursos. Una persona promedio tendrá  alrededor de 29.962 días en esta tierra. La pregunta para cada uno de nosotros es: ¿En vamos a hacer esos días?

La puede INVERTIR. La Biblia nos enseña que el mejor uso para nuestra vida en la tierra es ¡invertirla en algo que va a durar más! Esto implica “ver detenida y largamente" - manteniendo una perspectiva de largo plazo. Es interesante cómo pueden cambiar las cosas cuando se adquiere una perspectiva eterna.

Como era de esperarse, la Biblia habla a menudo sobre el valor - y la importancia - de mantener una perspectiva eterna en la vida temporal. Muchas de las historias que Jesús enseñó fueron al tratar el tema de las inversiones. En Mateo 25:14-30, por ejemplo, contó una historia sobre tres hombres a qu5enes se les dio la responsabilidad de la propiedad de su amo. Dos de ellos invirtieron sabiamente y fueron recompensados, y el tercero no lo hizo y fue disciplinado.

Desde relatos bíblicos como estos, vemos siete principios para la inversión de su vida:
  1. PROPIEDAD: Todo lo que tengo realmente le pertenece a Dios. Todo lo que tenemos es sólo en calidad de préstamo en tanto estamos en esta tierra.
  2. ASIGNACIÓN: Dios nos da talentos estratégicos y habilidades específicas desde el nacimiento.
  3. RENDICIÓN DE CUENTAS: Dios espera que usemos los talentos que Él nos ha dado. Un día daremos cuenta a Dios de lo que hicimos con lo que Él nos dio.
  4. UTILIZACIÓN: El uso de nuestros talentos al máximo implica un riesgo, por lo que la fe en Dios es necesaria.
  5. MOTIVACIÓN: Lo qué nos impide desarrollar nuestros talentos es el miedo, la falta de voluntad para aventurarse más allá de nuestras "Zona de confort".
  6. SOLICITUD: Si no usamos nuestros talentos, los vamos a perder
  7. COMPENSACIÓN: Si usamos nuestros talentos de la manera que Dios quiere, Él nos recompensa. Romanos 2:06 nos asegura: "Dios dará a cada persona de acuerdo a lo que ha hecho".
© 2009, Una vida con propósito. Todos los derechos reservados. Rick Warren es el autor del aclamado y mejor vendido libro, La Vida con Propósito, traducido a muchos idiomas y vendido en todo el mundo. Ha sido nombrado uno de los 100 libros cristianos que cambiaron el siglo 20.  Afirma la importancia de tener un propósito cuidadosamente considerado y claramente expresado para guiar la vida cotidiana.
"Maná del Lunes" es un recurso semanal para los empresarios y profesionales en el mercado actual, siempre sin costo alguno para los beneficiarios. Si usted desea apoyar económicamente este proyecto, su generosidad será apreciada. Puede enviar su donativo a la siguiente dirección e indicar que es para el "Mana del Lunes." mmanna@cbmcint.org
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Pastoral: ¿De quién dependes tú?

Cuando Dios mira en nuestro corazón desobediencia, ganas de hacer nuestra voluntad a ultranza, la mayoría de las veces nos lleva por un camino indirecto que nos hace generalmente rodear un desierto (dificultades, pruebas) para demostrarnos que al rendir nuestra alma a su poder, podemos encontrar la tierra de bendición que nos ha prometido; por ello es importante una respuesta contundente a la pregunta planteada, pues solamente la dependencia en Cristo nos evita que hagamos una vuelta de 40 años en un camino que debería tomarnos 3 días.

Saludos y bendiciones

José Luis

¿De quién dependes tú? 

Deuteronomio 8:1-10 
“Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros padres. Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre. Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años. Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga. Guardarás, pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole.”
 

Douglas Bourto-Christie, profesor de Teología en Loyola Marymount University, decidió caminar los últimos kilómetros para llegar a su retiro espiritual en un monasterio egipcio. Se bajó del autobús en una pequeña villa y, lleno de confianza, se dispuso a cruzar el desierto. Unas horas después se dio cuenta que estaba perdido. Finalmente encontró el camino, pero en lugar de hacer su entrada al monasterio orgulloso y seguro de sí mismo, llegó agotado, humillado y agradecido de estar vivo. Después dijo: “esta experiencia me enseñó algo muy importante: al entrar en el desierto me vi obligado a renunciar a la ilusión de control”. Controlar nuestro propio destino es una fantasía a la que nos aferramos. Pero cuando Dios nos lleva por un “desierto”, a través de nuestra experiencia aprendemos que nuestra única esperanza descansa en él.

El pasaje de hoy nos muestra al pueblo de Israel, con la Tierra Prometida finalmente a la vista después de deambular 40 años a través del desierto. Su líder Moisés se dirige a ellos y los desafía a recordar los eventos de aquellos años pasados. Durante todo ese tiempo, Dios los probó de diferentes maneras para saber lo que había en sus corazones y si obedecerían sus mandamientos, y sobre todo para darles una gran lección. Moisés les dice: “Te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.” 

La tecnología relacionada al estudio de los huracanes, su dirección, trayectoria e intensidad ha avanzado extraordinariamente en los últimos años. Sin embargo, a pesar de los grandes conocimientos sobre estos fenómenos naturales, acumulados durante años en modernísimas computadoras, los meteorólogos están limitados a dar un pronóstico de la trayectoria de un determinado huracán (el cual nunca es cien por ciento exacto), y un estimado de la intensidad de los vientos y la velocidad de traslación (las cuales varían con bastante facilidad). Y lo más importante: no pueden hacer absolutamente nada para cambiar ninguna de estas características del ciclón, a pesar de que darían parte de sus vidas por controlar la dirección del mismo y dirigirlo hacia el océano donde no ocasionara daño alguno. Simplemente no pueden.

¿Acaso está Dios tratando de enseñarnos algo? ¿Se dará cuenta el mundo que nada podemos hacer por nosotros mismos? Jesús dijo claramente a sus discípulos: "separados de mí nada podéis hacer." (Juan 15:5). Si queremos vivir una vida de victoria, tenemos que aceptar nuestra total dependencia del único que puede dirigir nuestro destino a través del desierto y llevarnos hasta la Tierra Prometida que él tiene para cada uno de nosotros.

Si en estos momentos estás perdido en medio de un desierto de pesar e incertidumbre, quizás Dios te está enseñando a depender de él. Así que “fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia”, como dice Proverbios 3:5. 

ORACION:
Padre santo, ayúdame a eliminar de mí todo complejo de autosuficiencia, y a depender de ti en todo, aún en aquellas cosas que yo considero "simples". Hoy yo me rindo y declaro mi dependencia absoluta a ti. En el nombre de Jesús, Amén.

domingo, 9 de octubre de 2011

Liderazgo y Educación

¡Cambia tú y tu mundo Cambiará!
Hacia la Transformación de nuestro Ser y Entorno
Por Gabriel Gil Arancibia (Mtr. Teología, pastor, profesor, conferencista. Mentor empresarial, Director Nacional de Educación Teológica IDD, Chile)

 

Introducción.

Constantemente leemos o escuchamos frases que apuntan a un volver a empezar, un nuevo orden de cosas o simplemente edificar una nueva sociedad. Esto lo observamos en las noticias, en la radio, en la televisión, en los grafitis de las paredes de nuestras ciudades, en la política, educación, salud, religión, economía e incluso en la iglesia.

Las frases más comunes que he colectado son: “Por una vida mejor”, o “si tú puedes, yo puedo, juntos podemos vencer”, “luchemos por la transformación de la sociedad”; ¿qué les parece esta? “tú puedes construir un futuro distinto”, o bien “construyamos un futuro de bien”. Los líderes eclesiásticos no se quedan atrás, uno de ellos dijo, “Sueño con una nueva mentalidad en la iglesia”. Hay otro que llamó mi atención y dijo lo siguiente: “Necesitamos una iglesia nueva, necesitamos un avivamiento juvenil que levante a la nueva generación”, pero quizás la más famosa de todas pertenece a un líder eclesiástico de la década de los sesenta en los Estados Unidos que transformó su sociedad: “Tengo un sueño” (discurso pronunciado en 1963 ante 250 mil personas). ¿Quién lo dijo? Sí, el Dr. Martin Luther King, pastor Bautista. Él luchó por transformar una nación sumida en el racismo en una nación tolerante, igualitaria e incluyente. El 04 de abril de 1968 en Memphis el Dr. King fue asesinado a los 39 años de edad.

 

Pero, ¿qué tienen en común estas frases? ¿Cuál es la palabra clave en ellas aunque no aparezca escrita? ¿Qué buscan las personas que las mencionan? ¿Cuál es su mensaje? (Escuchar a la audiencia).  Una sola palabra contiene el espíritu de estas frases: CAMBIO.

Los sociólogos han definido a la generación del siglo XXI como “la generación del cambio”, cuyas características son 1no conformarse con los patrones establecidos, con las reglas y sistemas imperantes; 2revelarse a todo lo establecido y  3querer imponer sus propias reglas.

1. Cambio, cambio, cambio ¡esa es la consigna!

Si hablamos de cambio nosotros como líderes cristianos también buscamos un cambio, lo hemos hecho desde hace miles de años y no sólo ahora; sin embargo, no siempre hemos sido escuchados. Algunos de mis oyentes preguntarán, ¿cómo? ¿Ah qué te refieres? Yo respondo: Nuestro líder máximo, Cristo, vino a este mundo a proponer un cambio… en las personas, un cambio de mentalidad, de actitud, de espiritualidad, un cambio de vida (Juan 1:11; 10:10b). Vino a predicar y enseñar un mensaje distinto, Jesús vino a darnos “Un mensaje de esperanza que produce felicidad y transforma nuestro ser, entorno y realidad”, me refiero al Evangelio, palabra compuesta de dos vocablos griegos, el primero eu: alegría, victoria, felicidad, dicha; y el segundo, angelos: mensaje.

El evangelio puro, real y verdadero es aquel que tiene a Cristo por centro y cuyo fin es el cambio de vida para quienes lo oyen. Ese mismo evangelio es el que debemos anunciar por todas partes y a cuantos se nos crucen por el camino: “Id por todo el mundo y predicad este evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15).

El Maestro, nuestro Señor quería que todo el mundo se viera transformado a sí mismo en una nueva creación según el plan original de Dios. Cristo entonces vino a proponernos un cambio. No obstante, hay un problema, el cambio propuesto por Cristo, aquel cambio verdadero capaz de transformar la existencia del ser humano, capaz de restaurar vidas, salvar matrimonios, re-direccionar al perdido, etcétera, poco se escucha, pero no porque este evangelio tenga algo malo en su mensaje, sino por quiénes transmiten el mensaje. ¿Cómo podremos predicar, enseñar, exigir y proponer un cambio en el mundo, en la sociedad, en la iglesia si nosotros mismos no hemos sido cambiados (transformados)? Como pastor y profesor me he encontrado con no pocos “cristianos” que dicen vivir el evangelio pero lo único que hacen es torcerlo y así empañar la imagen de Dios al mundo. De ahí que la sociedad posmoderna de hoy nos desafía diciendo: ¿Existe Dios, a quien le importa? ¿Es real la iglesia, para qué sirve tal cosa? Dos preguntas producto de nuestra incompetencia evangelizadora en la presente era, la era de los cambios.

Veamos pues qué podemos hacer para cambiar primeramente nosotros -con la ayuda de Dios-, para luego ver cómo nuestro mundo, sociedad e iglesia cambian hacia un futuro mejor.

2. Transformemos nuestro Mundo Interior.

Leamos Romanos 12:2a, “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento…” (Versión Reina Valera 1960). La Traducción en Lenguaje Actual nos dice: “Y no vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar…”.

¿Cómo interpretamos este pasaje? Los cristianos estamos llamados a cambiar interiormente transformando nuestros pensamientos, palabras y actos con el poder de Dios y así transformar a otros con el mensaje del evangelio, de esta manera, entre más nos transformamos a la imagen de Cristo (parecernos a Él en decisiones y conducta), más influyentes nos volveremos para la sociedad. ¡Una iglesia que refleje la imago christi es la que demanda Dios y pide la sociedad!

El mundo pide a gritos personas que lideren un cambio, una generación de hombres y mujeres capaces de indicar el camino de la transformación hacia una vida mejor, una sociedad mejor, un mundo mejor, pero esto no sólo desde la reflexión, sino también con el ejemplo de vida (una cosa es ser testigo de Cristo, “uno que habla del evangelio”, y otra es ser testimonio de Cristo, “uno que vive el evangelio”). Para entender esto me remonto a la historia de San Agustín de Hipona –teólogo y monje cristiano (354 - 430 d.C.). Se cuenta que cuando el santo iba camino a un pueblo junto con sus discípulos éstos le preguntaron qué iban a hacer allá, él respondiendo les dijo: “Vayan y predíquenles, y si es necesario utilicen palabras”. Dice la tradición oral que después de dos años de residencia en ese lugar los habitantes del pueblo recibieron la fe cristiana sin faltar uno. Nótese la expresión “predicar sin palabras”, ¿a qué se refería el santo?

3. ¿Qué debo cambiar para que el mundo cambie?

En este punto quiero ser directo, claro, objetivo. No les voy a hablar de santidad, espiritualidad, oración, ayuno o aquellas disciplinas espirituales a las que estamos acostumbrados escuchar –todas ellas importantes-, sino de cuestiones mucho más terrenales pero de igual importancia para una espiritualidad contextual del siglo XXI. Me refiero a comportamientos nocivos que si decidimos cambiar como ordena Romanos 12:2 nuestro mundo interior cambiará y se reflejará en nuestro exterior; si hacemos esto –con la ayuda de Dios-, nuestra mente y forma de ser serán distintas para siempre, generando en nosotros las competencias necesarias para… “liderar para transformar a una nueva generación” (lema del Congreso Nacional de Jóvenes IDD, Chile 2011).

3.1. Transformemos nuestra mente en Pensamientos Espirituales. Hay un viejo dicho popular que dice: “Eres lo que piensas”. ¿Qué tan verdad es esto? Los investigadores del comportamiento humano indican que una persona promedio sostiene un diálogo interno consigo misma unas 5.000 veces por día. Y el 85 % de este diálogo es negativo, ejemplo: “No debí decir esto; creo que mi conferencia no está gustando; que feo soy, jamás se fijará en mí; este vestido me hace lucir gorda; creo que no le simpatizo al grupo; jamás me darán el aumento de sueldo; nunca podré pagar esa deuda; que tonto soy, etcétera”.

La neurociencia nos indica que los pensamientos tienen un potente efecto sobre nosotros. Tanto los pensamientos positivos como los negativos afectan nuestra vida, para bien o para mal respectivamente. James Allen, autor de “según piensa un hombre” dijo: “Un hombre es literalmente lo que piensa”. Así entonces si yo decido pensar que soy tonto, que no sirvo, que soy un inútil, eso es justamente lo que pasará conmigo. En cambio, si pienso que soy inteligente, soy capaz y que puedo salir adelante, eso es lo que tarde o temprano pasará. Los pensamientos afectan mi estado interno y se reflejarán en mi conducta externa.

Algunos ejemplos prácticos: Los pensamientos negativos nos hacen tartamudear, derramar las cosas, transpirar más de la cuenta, respirar agitadamente, sentir miedo, nos paralizan y hasta pueden matarnos.

Los pensamientos positivos en cambio nos motivan, nos dan fuerza interna y externa, nos estimulan a seguir adelante, nos dan esperanza, nos empujan a sobrevivir, etc.

Pero, ¿qué dice la Biblia respecto a esto? Si bien en la Biblia no encontramos términos modernos como liderazgo, gerencia del pensamiento, inteligencia emocional, neurociencia del comportamiento, entre otros, en sus páginas sí encontramos consejos prácticos sobre qué pensar: “En fin, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, noble, correcto, puro, hermoso y admirable. También piensen en lo que tiene alguna virtud, en lo que es digno de reconocimiento. Mantengan su mente ocupada en eso” (Filipenses 4:8)[5].

El apóstol Pablo nos enseña que aún nuestros pensamientos deben ser sometidos a la voluntad de Dios, y que debemos procurar pensar en cosas buenas, positivas y productivas. ¿Por qué diría esto? Los pensamientos positivos, es decir espirituales, nos ayudan a avanzar en la vida, a transformarnos y transformar nuestro entorno. ¿Por qué invertir tiempo en pensamientos que destruyen, que nos frustran y que detienen nuestro progreso? Aprendamos a transformar nuestros pensamientos en pensamientos espirituales constructivos (Proverbios 27:19, Proverbios 4:23, Romanos 12:2).

3.2. Transformemos nuestra lengua en Palabras espirituales. Debemos señalar que pensamientos y palabras están conectados. Leamos lo que dice la Biblia al respecto: “El que es bueno lo es en su corazón y habla lo que tiene allí, de igual manera el malo lo es en su corazón y habla de lo que tiene allí; porque las palabras revelan lo que hay en el corazón” (Lucas 6:45). El término corazón se debe entender aquí como “mente, ó lugar donde radican los pensamientos”. Así entonces, una buena traducción quedaría así: “Las palabras que salen de tu boca revelan lo que hay en tus pensamientos”. De ahí la importancia de llenar nuestra mente con pensamientos positivos, productivos y felices (Filipenses 4:8). En el libro de Santiago leemos: “Con un pequeño timón los pilotos obligan a grandes barcos a ir a donde ellos quieren, aún en medio de fuertes vientos. De la misma manera, la lengua es una pequeña parte del cuerpo, pero presume de grandes cosas” (Santiago 3:4-5a).

El contexto de este pasaje es una exhortación del apóstol a cuidar nuestra lengua. ¿Por qué diría esto? (Leer todo el pasaje en 3:1-12). Santiago nos da la clave en el verso 4: Así como un pequeño timón puede dirigir una embarcación en medio del mar, incluso atravesando una tormenta; así también nuestras palabras (la lengua), tienen el poder de direccionar nuestra vida hacia la vida, es decir el éxito; o la muerte, es decir el fracaso. A esto mismo se refiere Salomón cuando dijo: “Lo que uno habla determina la vida y la muerte…” (Proverbios 18:21).

Pero, ¿cómo mis palabras podrían conducirme al éxito o al fracaso? La respuesta la encontramos otra vez en la neurociencia. Esta disciplina médica informa que en el cerebro radica una parte llamada “el centro del habla”. En dicho lugar los pensamientos son procesados por el cerebro y expresados hacia el exterior por medio de palabras. Los pensamientos y palabras -indican los expertos-, están muy relacionados entre sí, son inseparables.

Estos médicos sostienen que las palabras tienen un tremendo efecto sobre el cuerpo humano. Ellos afirman que una persona podría mantenerse sana y feliz si tan solo aprendiera a controlar sus palabras y pronunciar aquellas que lo conduzcan hacia un estado de suprema felicidad. ¡Increíble! Esto lo afirma la ciencia médica hoy, pero ya el apóstol Santiago y los Proverbios de Salomón nos enseñaban esto miles de años atrás.

Ejemplo: si una persona constantemente está diciendo que se siente enferma, es lógico, dicen estos expertos, que el organismo se predisponga a enfermarse. Esto es muy común con resfríos o gripes, pero se ha sabido casos más graves como cáncer o alguna otra enfermedad mortal. Otro ejemplo lo encontramos en la Siquiatría. Algunos siquiatras han llegado a sostener que una persona que constantemente está hablando cosas negativas, destructivas, nocivas, terminará por convencerse que la vida es negativa, destructiva y nociva; y lo que es peor, convencerá a otras de que esto es así.

Los cristianos estamos llamados a transformar, cambiar nuestra manera de hablar. No seamos negativos, más bien hablemos bendiciones y declaremos en fe por medio de nuestras palabras, que hemos sido creados por Dios para triunfar, para ser vencedores, para conquistar todo aquello que nos propongamos. De seguro, al hacer esto, seremos cristianos más espirituales y constructivos (Proverbios 4:24, 6:16-17, 10:10-11, 10:19-21, 10:31-32, 11:12, 12:6, 12:18, 13:3, 18:20-21, 20:15, 25:11; Efesios 4:29).

3.3. Transformemos nuestros Actos en un estilo de Vida inspiracional. Las personas del siglo XXI han perdido su capacidad de creer en la palabra de otras personas. ¿La razón?, “se dice mucho, pero se hace poco”. Hay un dicho que dice: “Padre Gatica, predica pero no practica”. Lo mismo podría ser, “Pastor Gatica, predica pero no practica”. Otro dicho popular es éste: “Capitán Araya, todos van pero él se queda en la playa”. En Ecuador se escucha este dicho: “Muchas cáscaras, pero pocas nueces”, o también, “Una cosa es cacarear y otra poner un huevo”. En Guatemala encontramos el siguiente dicho: “Muchos truenos, pero poca lluvia”. En la costa de Colombia se escucha este refrán: “Mucho tilín-tilín y nada de paletas”. Y así podríamos seguir nombrando cientos de dichos populares pero… ¿Qué nos quieren decir estos refranes? Acusan la falta de coherencia entre el discurso hablado y los actos. De ahí que los cristianos debemos vivir una vida inspiracional, es decir, una vida que inspire confianza, respeto, honor, y que motive a otros a imitarlo. ¿Acaso no dijo eso el apóstol Pablo? “Sed imitadores de mí así como yo de Cristo” (1ª Corintios 11:1), ¡Guau! ¿Quién de nosotros podría decir lo mismo? Y sin embargo, ¡estamos llamados a hacerlo! A inspirar en los demás un cambio dando nosotros el ejemplo primero.

Nuestro Señor Jesucristo nos advirtió, “Por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:20). Mientras el apóstol Santiago nos indica… “Pero no es suficiente con solo oír el mensaje de Dios. Hay que obedecerlo, llevarlo a la práctica. Si solo lo oyen, sin hacer lo que dice, se están engañando a sí mismos” (Santiago 1:22). Y en la misma carta el apóstol nos sentencia de esta manera: “Como puedes ver, Dios aprueba a un hombre no solamente por la fe que tenga, sino también por lo que haga” (2:24). Los actos entonces deben ser coherentes con las palabras, lo mismo que con los pensamientos.

Conclusión.
El lema de este Congreso Nacional de Jóvenes es “Liderar para transformar a una generación”. Bien, no podemos liderar la transformación de nuestra generación y de la siguiente sin antes haber experimentado –nosotros primero-, una transformación de mente y de conducta que se refleje en un estilo de vida cristiano, pertinente, influyente, impactante, coherente, consecuente, motivante y desafiante. Esto sólo será posible cuando el evangelio de Cristo haga vida en nosotros y cuando nosotros nos decidamos a No amoldarnos al sistema mundanal, sino, influir en él para bien, construyendo así una sociedad mejor, un presente mejor y un futuro esperanzador.


Así qué… si deseamos ver cambios (ya sea en lo secular como en lo eclesial), está bien, pero cambiemos nosotros primero. Recuerda que “Cambia tú y tu mundo cambiará”. ¿Qué clase de mundo quieres legar a la siguiente generación? Seamos pues jóvenes optimistas, espirituales, constructores, capaces de influir positivamente en la sociedad por medio de nuestro ejemplo de vida, una vida impregnada por el evangelio de Cristo.
As
Gabriel Gil Arancibia
Facilitando el liderazgo

Ceblicar - Invitación

Invitación
9 de octubre de 2011
28 Tiempo ordinario (A)
Mateo 22, 1-14

 
 

A través de sus parábolas Jesús va descubriendo a sus seguidores cómo experimenta a Dios, cómo interpreta la vida desde sus raíces más profundas y cómo responde a los enigmas más recónditos de la condición humana. Quien entra en contacto vivo con sus parábolas comienza a cambiar. Algo "sucede" en nosotros. Dios no es como lo imaginamos. La vida es más grande y misteriosa que nuestra rutina convencional de cada día. Es posible vivir con un horizonte nuevo. Escuchemos el punto de partida de la parábola llamada «Invitación al Banquete».

Según el relato, Dios está preparando una fiesta final para todos sus hijos e hijas, pues a todos quiere ver sentados junto a él, en torno a una misma mesa, disfrutando para siempre de una vida plena. Esta imagen es una de las más queridas por Jesús para sugerir el final último de la historia humana.
Frente a tantas imágenes mezquinas de un Dios controlador y justiciero que impide a no pocos saborear la fe y disfrutar de la vida, Jesús introduce en el mundo la experiencia de un Dios que nos está invitando a compartir con él una fiesta fraterna en la que culminará lo mejor de nuestros esfuerzos, anhelos y aspiraciones.

Jesús dedica su vida entera a difundir la gran invitación de Dios: «El banquete está preparado. Venid». Este mensaje configura su modo de anunciar a Dios. Jesús no predica doctrina, despierta el deseo de Dios. No impone ni presiona. Invita y llama. Libera de miedos y enciende la confianza en Dios. En su nombre, acoge a su mesa a pecadores e indeseables. A todos ha de llegar su invitación.

Los hombres y mujeres de hoy necesitan descubrir el Misterio de Dios como Buena Noticia. Los cristianos hemos de aprender a hablar de él con un lenguaje más inspirado en Jesús, para deshacer malentendidos, aclarar prejuicios y eliminar miedos introducidos por un discurso religioso lamentable que ha alejado a muchos de ese Dios que nos está esperando con todo preparado para la fiesta final.

En estos tiempos en los que el descrédito de la religión está impidiendo a muchos escuchar la invitación de Dios, hemos de hablar de su Misterio de Amor con humildad y con respeto a todos, sin forzar las conciencias, sin ahogar la vida, despertando el deseo de verdad y de luz que sigue vivo en lo más íntimo del ser humano.

Es cierto que la llamada religiosa encuentra hoy el rechazo de muchos, pero la invitación de Dios no se ha apagado. La pueden escuchar todos los que en el fondo de sus conciencias escuchan la llamada del bien, del amor y de la justicia.

José Antonio Pagola

Pastoral: ¿Tienes una Mente Limpia?

Hoy escuché una frase de un predicador famoso que decía “El diablo no te viola para que cometas un pecado”, tiene mucha razón pues no tiene el poder para controlar nuestra mente, pero si puede seducirnos con temas propios de nuestras debilidades para a partir de allí permitirnos nosotros mismos entrar en pecado; el pecado no es como un bache de carretera al que no ves y caes, es un proceso de seducción que empieza por temas o situaciones pequeños, aparentemente controlables que luego desbordan nuestra capacidad de reacción y empezamos a hacer lo equivocado delante de Dios.

Saludos y bendiciones

José Luis
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¿Tienes una mente limpia?

2 Corintios 10:3-6
"Aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta."


En el mundo en que vivimos, constantemente estamos bajo ataques satánicos. No tenemos ni que salir de nuestras casas para ser atacados. Surgen contiendas y pleitos en nuestras familias, mensajes pecaminosos de todo tipo nos llegan por la televisión, paquetes de tentaciones están disponibles a través del Internet, y hasta en el supermercado nos encontramos infinidad de revistas cuyas portadas son sexualmente explícitas. La esperanza que tenemos los creyentes es que Dios es mucho más grande que cualquier enemigo que se interponga en nuestro camino y no importa cuán intenso sea el ataque, el Señor nos puede ayudar a resistirlo y eliminarlo. Pero esto depende de nosotros. ¿Qué debemos hacer?

Primeramente tenemos que estar consientes de que el blanco favorito del enemigo es nuestra mente. No es fácil evitar que vengan a nosotros infinidad de pensamientos que constantemente se multiplican, tentándonos a pecar, a codiciar las posesiones de otros, a reaccionar airadamente contra alguien, a decir una mentira, etc. Debemos desechar esos pensamientos sin permitir que se conviertan en "fortalezas espirituales" que pueden llegar a controlarnos. Una fortaleza espiritual es un pecado habitual, persistente en la vida de una persona, que limita o impide su crecimiento como cristiano. Estas "fortalezas" residen en la mente, y ejercen control sobre las acciones de la persona moviéndola a cometer ese pecado específico. Simple fuerza de voluntad no es suficiente para liberarse, aún después de confesar el pecado ante el Señor. Se requiere el poder de Dios obrando sobre esa fortaleza. En el pasaje de hoy, el apóstol Pablo nos enseña que "las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas." O sea, no podemos confiar en nuestras propias fuerzas si queremos vencer.

Debemos ser extremadamente cuidadosos y selectivos a la hora de albergar pensamientos que han llegado a nuestra mente. Pablo nos exhorta a "llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo." Esto quiere decir que no debemos permitir que esos pensamientos que claramente están en desacuerdo con la palabra de Dios permanezcan en nuestras mentes, sino debemos traerlos a la presencia y la luz de Jesucristo y sujetarlos a la autoridad de su palabra. Esto lo conseguimos por medio de la constante oración. A pocas horas de su muerte Jesús dio a sus discípulos este consejo, que debemos hacer nuestro: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” (Mateo 26:41).

Si estás siendo víctima de estos ataques del enemigo, trae ante la presencia del Señor, en oración, todos esos pensamientos que no glorifican su nombre. Cuando lo hagas, te sorprenderá cómo desaparecen de tu mente milagrosamente. Es el poder de Dios actuando en favor de sus hijos que acuden a él. Entonces tu mente será un terreno limpio y fértil que producirá frutos agradables a Dios.

ORACION:Padre santo, te ruego que limpies mi mente de todo pensamiento que no glorifique tu nombre. Ayúdame a concentrarme en todo aquello que sea puro y que te agrade a ti. En el nombre de Jesús, Amén.

domingo, 2 de octubre de 2011

CPEC - Profesionales y Empresarios Cristianos



EL ÉXITO NECESITA AFRONTAR PRESIONES TODOS LOS DÍAS
Por Robert D. Foster

¿Cómo hacer frente a las presiones que debemos enfrentar en la vida cotidiana, las, exigencias y dificultades en un día normal de trabajo? Existe un refrán, "La vida no sería tan mala si no fuera por las personas." Un corolario podría ser: "El trabajo no sería tan malo si no fuera por las presiones".

Para tener un buen ejemplo de esto, conozca la increíble historia de Ervin Nyiregyhaz, nacido en Húngría. A la edad de dos, Ervin ya tocaba canciones en el piano de juguete. A los tres años había mostrado dar perfectamente los tonos, a la edad de cuatro años ya estaba escribiendo sus propias composiciones musicales.

Ervin tocó con la Sinfónica de Berlín a los 12 años, a los 15 lo hizo ante los reyes de Noruega, ya los 17 hizo su aparición en el histórico Carnegie Hall de Nueva York, EE.UU. Algunas autoridades líderes del mundo de la música ya habían comenzado a compararlo con Mozart.

Luego, a los  veinte años, misteriosamente Ervin desapareció de la vista. ¡Era como si lo hubiera tragado la tierra! Durante años, nadie supo qué había sido de este único y maravilloso prodigio musical.

Si consultamos una lista de los más grandes pianistas del mundo, no encontraremos a Ervin Nyiregyhaz. Muchos pianistas nunca han oído hablar de él. A los 75 años, reapareció en San Francisco, California, en la indigencia, viviendo en un hotel barato, dando un concierto gratis en una pequeña y deteriorada iglesia.

Ervin admitió tener unas 700 composiciones conservadas en microfilm, pero no las había dado a conocer. Finalmente a los 75, se sentó al piano y comenzó a grabar su música para la posteridad, a menudo interpretando sus selecciones por primera vez, 55 años después de haberlas escrito.

Puede estar preguntándose "¿Qué pasó con Ervin?" Simplemente no pudo manejar las presiones de la vida cotidiana. La presión del matrimonio y las relaciones, la tensión emocional del mundo de la música, el peso de éxito y la fama. Todo cobro su cuota emocional y mental, haciéndolo "alejarse" de la vista del público.

En la Biblia, el apóstol Pablo utiliza la palabra griega THLIPIS. Que significa "presión de estrés físico y emocional." Fue un término utilizado para describir la "compresión de la uva para obtener el jugo."

Al parecer, este excelente pianista Ervin creía que tenía que hacer frente a sus presiones solo. Los seguidores de Cristo tenemos un enfoque diferente. Como Pablo escribió: "Nos gozamos en las pruebas y en los problemas - que nos ayudan a aprender a ser pacientes, entonces (aprenderemos a tener) fortaleza de carácter, y a confiar en Dios" (Romanos 5: 3,4).

Muchas personas, empresas y causas nobles están en ruinas más por falta de paciencia que por falta de habilidad, conocimiento o entusiasmo. Cuando perdemos la paciencia, perdemos la fe en Dios, en nosotros mismos, y en los demás. El desaliento genera impaciencia llevando a los hombres  a actividades mal consideradas o a la apatía.

La Biblia nos da este consejo: "Deja tus cargas al Señor, Él guiará tus pasos. Él no permitirá que el justo caiga y quede abatido." (Salmo 55:22).
Tomado y adaptado de Toma Dos el Lunes por la mañana, escrito y publicado por Robert D. Foster. Se otorga libremente permiso para reproducirse con los créditos apropiados y se anima a hacerlo. Preguntas o comentarios, escriba: 29555 Goose Creek Rd, Sedalia, CO  80135, U.S.A., o fax (303) 647-2315
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