Eclesiología


SIGNOS DE UNA IGLESIA SALUDABLE
Romanos 12:9-13
Por Gabriel Gil Arancibia, Máster en Teología. Pastor Principal.


Introducción.
El sermón de hoy está inserto en la epístola del apóstol Pablo a los Romanos, la misma que fue escrita en el año 57 d.C. en el tercer viaje misionero, desde la ciudad de Corinto.

El apóstol escribió esta carta con dos propósitos: Uno, instruir a los cristianos en Roma respecto a la vida cristiana y dos, enseñarles de manera práctica cómo vivir esa vida.

El libro de Los Romanos puede dividirse en dos partes. La primera, desde el capítulo 1 al 11 y contiene “una explicación teórica de lo que significa el evangelio”; es decir, el apóstol nos enseña “qué significa ser cristiano”. La segunda parte del libro va desde el capítulo 12 hasta el 16 y es “una explicación práctica de cómo vivir el evangelio”; en otras palabras, Pablo nos dice “cómo vivir la vida cristiana de una manera práctica, con ejemplos prácticos”.

En los versículos seleccionados (12:9-13) el apóstol nos da algunos SIGNOS DE UNA IGLESIA SALUDABLE.

Así como los seres humanos tenemos “signos vitales” que muestran cómo se encuentra nuestro cuerpo en su forma interna, así también toda congregación tiene signos que señalan su condición interna.

Hay diferentes tipos de iglesias, por ejemplo:
-      Iglesias saludables
-      Iglesias medio enfermas
-      Iglesias agonizantes e,
-      Iglesias que ya se murieron pero no se dan cuenta que están muertas (vea un interesante artículo del Pastor David Dávalos sobre "UNA IGLESIA QUE MUERE" en nuestro blog: http://cristoencasa.blogspot.com/ Debe ir a la Etiqueta: Artículos de Interés, del mes de noviembre).

¿Qué clase de iglesia somos nosotros? ¡Dios nos ayude a ser una iglesia saludable! Pero, ¿cómo saber si estamos sanos, medio-enfermos, agonizantes o muertos?

La verdad, hay muchos estudios que muestran las características de una iglesia saludable. He encontrado estudios que hablan de 8 signos de una iglesia saludable, otros de 9 y algunos de 10 signos o características.

Un estudio serio respecto a esto dice que hay al menos 10 signos de una iglesia saludable (http://www.ag.org/enrichmentjournal_sp/200203/sp200203_062_charac_sb.cfm), a saber:

1. La presencia apoderadora de Dios. La iglesia saludable busca activamente la dirección y el poder del Espíritu Santo para su vida y ministerio diarios.
2. La alabanza que exalta a Dios. La iglesia saludable se reune regularmente como la expresión local del cuerpo de Cristo para alabar a Dios de maneras que hacen participar el corazón, la mente, el alma, y la fortaleza del pueblo.
3. Las disciplinas espirituales. La iglesia saludable ofrece a los miembros de toda las edades preparación, modelos, y recursos para que desarrollen a diario sus disciplinas espirituales.
4. Aprender y crecer en comunidad. La iglesia saludable fomenta entre los creyentes el crecimiento en su andar con Dios y entre sí dentro del contexto de un ambiente seguro, afirmador.
5. Una dedicación a las relaciones amorosas y atentas. La iglesia saludable es intencional en sus esfuerzos para formar relaciones amorosas y atentas dentro de las familias, entre los miembros, y dentro de la comunidad.
6. Desarrollo de líderes-siervos. La iglesia saludable identifica y desarrolla a los individuos a quienes Dios ha llamado y ha dado el don para ser líderes y los reta a ser siervos líderes.
7. Una concentración hacia fuera. La iglesia saludable da alta prioridad a comunicar la verdad de Jesús y demostrar el amor de Jesús a los de fuera de la fe.
8. Sabia administración y responsabilidad. La iglesia saludable utiliza los debidos locales, equipo, y sistemas para ofrecer máximo apoyo al crecimiento y desarrollo de sus ministerios.
9. Interconección con el cuerpo de Cristo. La iglesia saludable se extiende a otros en el cuerpo de Cristo para colaborar, compartir recursos, aprovecharse de oportunidades para aprender, y unirse para celebraciones de alabanza.
10. Mayordomía y generosidad. La iglesia saludable enseña a sus miembros que son mayordomos de los recursos que Dios les da y los desafía a ser generosos con sacrificio y compartir con los demás.

Luego de mirar estos signos, quiero concentrarme en OTROS 5, que sin lugar a dudas nuestra iglesia CRISTO EN CASA debería considerar:


1. PRIMER SIGNO: La Práctica del Amor (v.9). “El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno”.

-      El apóstol Pablo motiva a la iglesia a amarse los unos a los otros. Dice que el amor sea “sin fingimiento”. Es decir, un amor sincero, sin hipocresía, sin máscaras. No ese tipo de amor que mostró Judas la noche que entregó a Jesucristo. Judás besó al Maestro en el rostro, le demostró un amor hipócrita.
-      “Aborreced lo malo, seguid lo bueno”. Esta frase está conectada al amor. Pablo nos dice que el amor no es un mero sentimentalismo. Aborreced lo malo y seguid lo bueno significa que el amor cristiano es “santo”; es decir, deja la vieja manera de vivir y prefiere un estilo de vida moralmente aceptable (2ª Corintios 5:17). Este amor cristiano no es pura emoción, es una decisión a hacer lo bueno, es una convicción de hacer el bien (Leer 1ª juan 4:16-18). El verdadero amor se manifiesta en la manera que hablamos y actuamos. Pablo está interesado que los cristianos vivan un amor genuino, un amor formado y guiado por Dios. El amor cristiano no es mero sentimentalismo, no es simplemente que el otro se sienta bien. Es muy facil decir a una persona “te amo”, pero es diferente demostrarle que uno le ama. El amor sincero implica corregir a las personas, amonestarles. En nuestras relaciones personales en la iglesia debemos cultivar este tipo de amor.
-      La Biblia dice que Jesucristo anduvo haciendo el bien. Cristo estuvo reflejando el caracter de Dios en la tierra. Y en la iglesia debemos reflejar el caracter de Cristo, el amor de Cristo hacia los demás. Si no demostramos amor hacia los hermanos en la iglesia será imposible que lo demostremos hacia los de afuera. El amor debe aborrecer lo malo y debe preferir lo bueno. Debemos reflejar a Cristo en nuestras vidas, a través del amor.
-      Así que, una iglesia saludable es aquella que se compone de personas que aman a Dios, y se aman las unas a las otras con sinceridad. El amor es imposible de ocultar. Al amarnos unos a otros reflejaremos a Cristo y esto atraerá a más personas a la congregación.

2. SEGUNDO SIGNO: La Humildad (12:10). “Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra prefiriéndoos los unos a los otros”.
- La iglesia de Cristo no es una mera institución, “somos la familia de Dios”. El verso 10 utiliza terminología de familia para mostrarnos este segundo signo.
- Podemos demostrarnos afecto fraternal dándonos abrazos, podemos utilizar palabras tiernas para hablarnos los unos a otros; pero… “debemos honrar al otro más de lo que el otro me honra a mí”. Pablo nos enseña que no debemos tener una mejor opinión de la que deberíamos tener de nosotros; sino, pensar de nosotros con cordura, humildad y equilibrio. Dios detesta a los arrogantes, fanfarrones y orgullosos.
- Pablo nos motiva a evitar la falsa humildad y cultivar una verdadera humildad. Pero… ¿cómo se logra esto? Esto sucede si entendemos y aplicamos el evangelio de Cristo en nuestras vidas, si andamos bajo la sombra de la Cruz en nuestras vidas; esto sucederá cuando muramos a nosotros mismos, sólo así estimaremos a los demás mejores que nosotros mismos (Leer Gálatas 2:20).
- Una iglesia que aplica el evangelio es una que tiene miembros humildes. ¿Estás sinceramente interesado/a en que tu hermano/a triunfe en la vida, que le vaya bien en sus negocios, empresas, familia, estudios? La verdad es… Que más nos preocupamos de nosotros mismos, de nuestros logros y metas, pero no de los demás. Estamos afanados en triunfar, pero… ¿Y nuestros hermanos en la fé, nos interesamos genuinamente en cómo les va en sus vidas? Debemos reconocer que somos más egoístas de lo que decimos ser.
- El mejor ejemplo es Cristo. Él vino a la tierra y dio su vida por nosotros. Él nos estimó mejores que él mismo. Nuestro Señor pudo haber preferido no venir, pudo haberse mostrado más interesado en sus propios planes, pero Él fue humilde, Él “dejó de Ser para que nosotros fuéramos”. Cristo dijo: “mayores cosas que Yo ustedes harán”, ¡qué tremendo discurso! Cristo estuvo interesado en llevarnos al éxito. La pregunta es: ¿Lo hacemos nosotros? ¿Estamos genuinanemente interesados en los problemas o logros de los demás, en la congregación?
- Un buen ejemplo en las Escrituras son las conversaciones de Jonatán y David. Por sucesión le correspondía el reinado de Israel a Jonatán, hijo de Saúl, el líder reinante; pero el príncipe le dijo a David su amigo: “Tú debes ser rey”. ¡Qué clase de humildad!
- Otro ejemplo es Juan el Bautista. Él era el predicador del momento, él era el evangelista de la época, pero dijo: “Yo debo menguar para que él crezca”. Bautista estaba interesado en que Cristo creciera, así que dejó que Cristo expandiera su ministerio.
- En fin, una iglesia saludable es una iglesia humilde, es una iglesia compuesta por personas sencillas, no arrogantes.

3. TERCER SIGNO: El Servicio a Dios (12:11). “En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en Espíritu, sirviendo al Señor”.

-      El apóstol Pablo nos llama a ser diligentes, es decir, apasionados, fervientes en la Obra de Dios.
-      En nuestro trabajo para el Señor hemos de ser fervientes, apasionados y no “vagos espirituales”. Esto es un gran reto porque la generación de hoy es muy apática, cómoda, light, descomprometida. La gente de hoy NO QUIERE TRABAJAR, NO QUIERE COMPROMETERSE, NO QUIERE SERVIR A DIOS.
-      Dios nos llama -en este verso-, a ser personas comprometidas con Él, es decir; que nuestro ser completo esté cautivado por el servicio a Dios. Pablo dice, “os ruego… que presenten su cuerpo en sacrificio vivo” (12:1). En otras palabras, ¡entrégate por completo a Dios!.
-      Hay personas perezosas en el Espíritu, hay otras que son fervientes. Hay cristianos perezosos, hay cristianos trabajadores. Hay cristianos tibios y medio-comprometidos, pero la Biblia nos dice que debemos ser “calientes en el Espíritu”. Hay personas en la iglesia que sirven a Dios a medias, hacen las cosas a medias. Están más preocupados en sus propios negocios o compromisos mundanos. Pero lo que realmente importa son los compromisos divinos.
-      En Apocalipsis leemos; “por cuanto no eres frío ni caliente, sino tibio, te vomitaré de mi boca” (3:15-16). Dios no quiere que su gente sea medio-comprometida. Él no quiere que sigamos inventando excusas para justificar nuestra apatía y pereza. Sí hermanos, en toda iglesia hay dos tipos de cristianos: Uno, los fervientes, diligentes y comprometidos; y Dos, los apáticos y perezosos, que simplemente son los que no quieren trabajar para Dios y no demuestran amor ni compromiso para la iglesia.
-      Una iglesia saludable es aquella que se compone de hombres y mujeres deseosos de trabajar para Dios, sin reclamos, sin excusas, sin pereza. ¡Diligentes y fervientes!


4. CUARTO SIGNO: La Perseverancia (12:12). “Gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración”.

El último signo de una iglesia saludable se divide en tres partes, cada una tiene que ver con la perseverancia.
-      1ª La esperanza. “Gozosos en la esperanza”. Nuestra mirada está en Jesucristo. Una iglesia saludable está compuesta por personas que confían en Dios, y no en los hombres. El salmo dice, “Alzaré mis ojos a los montes, ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová que hizo los cielos y la tierra” (Salmos 121:1-2). Debemos tener una perspectica eterna, vivir nuestras vidas confiando en Cristo.
-      2ª Paciencia. “Sufridos en la tribulación”. Cualquier problema, circunstancia, adversidad podemos sobrellevarla con Cristo. Somos peregrinos en esta tierra, que vamos por la vida de un lugar a otro. Podemos elegir entre caminar solos o caminar con Cristo. Les digo, “es mejor caminar con Cristo”. Él cargó una cruz, nosotros también cargamos cruces, pero la Biblia dice “Todo lo puedo en Cristo que nos fortalece” (Filipenses 4:13).
-      3ª Comunión con Dios. “Constantes en la oración”. Pero para poder ser pacientes en los sufrimientos debemos tener una comunión estrecha con Cristo. Cuando nos acercamos a Dios, Él se acerca a nosotros. ¿Tienes gozo en medio de tus problemas? ¿Eres feliz? ¿Eres paciente en las adversidades? Recuerda que la confianza está en Dios, no en nosotros, no en nuestra chequera, no en nuestras capacidades. ¿Estás caminando constantemente con Cristo? La comunión con Dios debe ser una prioridad en nuestras vidas, pero la verdad es que no siempre es así.
-      Una Iglesia saludable persevera en medio de las pruebas.

5. QUINTO SIGNO: La Generosidad (12:13). “Compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad”.

-      Entramos aquí en un tema que no les gusta a muchos. Algunos se incomodan, otros se molestan y otros se hacen los no aludidos. Pero este tema nos compete a todos.
-      El apóstol Pablo fue el mayor fundador de iglesias, pero éstás no se construían sólo con oraciones y ayunos. Tampoco se edificaban en base a las buenas intenciones o las promesas de bendición; sino, habían personas desinteresadas que diezmaban y ofrendaban sabiendo que su dinero le pertenece a Dios.
-      Cristo habló más del manejo del dinero que del amor. Incluso en el Antiguo Testamento encontramos consejos para manejar nuestras finanzas (Leer Proverbios).
-      Al leer el Antiguo y Nuevo Testamento respecto a este tema, podríamos resumir lo siguiente: “Dale a Dios primero y Él te dará a ti mucho más”.
-      En el verso 13 se nos muestra una característica típica de las primeras comunidades cristianas. Las iglesias en casas que habían practicaban la generosidad entre ellos; se cuidaban mutuamente, ¿cómo? No permitiendo que personas en necesidad la padecieran. Para esto, por supuesto, habían colectas que eran distribuídas para las necesidades de la iglesia. Según estudios serios de la Biblia, los pastores o ancianos de la época eran  muy bien cuidados por sus congregaciones.
-      Una señal fuerte de que una iglesia ha alcanzado madurez es su compromiso a dar para la Obra, no tanto su capacidad financiera, porque una iglesia puede componerse de personas con recursos económicos elevados, pero si éstas no aprenden a ser desprendidas y siempre están poniendo excusas para dar, esa iglesia aún está en pañales.
-      Las típicas excusas de los que no les gusta dar para la Obra pueden resumirse en tres: 1) Si doy no me alcanzará para mis gastos; 2) ¿Por qué debo darle mi dinero a un hombre que no trabaja de verdad? (refiriéndose al pastor) y; 3) No estoy de acuerdo con lo diezmos pero sí con las ofrendas (sin embargo, estas personas ni diezmam ni ofrendan).
-      En fin, mi experiencia pastoral me ha enseñado que ninguna iglesia dadivosa es una iglesia fracasada y; todo tacaño o tacaña, recibe las bendiciones de Dios en forma tacaña.
-      Una iglesia saludable es aquella que ha hecho del Dar una disciplina espiritual indispensable en su vivir cristiano.

Conclusión.
Es fácil decir Amén y emocionarse con las palabras dichas esta mañana, pero la verdad: “Una iglesia es tan saludable como la gente que la compone”.

Repasemos las verdadas aprendidas hoy: Una iglesia saludable es aquella que…

1.   Vive el verdadero Amor
2.   Es humilde
3.   Sirve a Dios con diligencia y pasión
4.   Es perseverante
5.   Practica la generosidad.



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“La iglesia en la contextualización cultural del Evangelio Desde una perspectiva latinoamericana”
Mtr. H. Patricio Cancino Del V. – Obispo Administrador Iglesia de Dios,
Región Norte Grande de Chile

Cuando reflexionamos, respecto a la realidad de la Iglesia evangélica contemporánea, en relación a su inserción, influencia e impacto del Evangelio en el contexto cultural latinoamericano, surge fuertemente la pregunta, que germina desde una problemática cultural, que deriva de tiempos históricos de antaño; fundamentalmente  desprendida del muy llamado “Descubrimiento de América”. ¿La iglesia latinoamericana a través del tiempo se ha convertido en una entidad dependiente del primer mundo” “Las iglesias organizacionales o institucionales han dependido permanentemente de los sistemas exteriores fuera de América latina? ¿La colonización a través de la mestización ha generado un germen que ha anulado la cultura original de la iglesia?
Los registros del pasado nos muestra el movimiento descubridor de los españoles a la América morena. Se hace presente de manera activa el poder de “La Colonización a los indígenas del Nuevo Mundo”. Por consecuencia los españoles ya venían con una mentalidad de “Inquisición, de Cruzadas y de Guerra santa”; pues trían simbólicamente grabadas en las empuñaduras de sus espadas la inscripción de la cruz cristiana. De manera que, esto generó la dominación u opresión a  creer en el catolicismo romano. En otras palabras, “la cristianización de los indígenas a través de la subyugación.
Desde ese entonces, la conquista española comenzó a tornarse en un sistema de desarrollo en todas las áreas que involucraban a estos pueblos. Comenzó a exportarse la muy llamada “Civilización y cultura” europea a Latinoamérica.
Las generaciones que fueron surgiendo a posteriori, venían desarrollando un concepto religioso y/o creencia distinta a las primigenias de su propia cultura. Esto provocó una total “dependencia” de los grupos étnicos existentes en aquellos tiempos pasados. Aunque futuramente a través de ciertas batallas, respectivos grupos lograron independencia parcial de la bota española. Pero esto no significó la total y absoluta independencia, ya que se había gestado no sólo una mezcla de razas, sino de mentalidad; es decir, el autoctonismo y/o cultura indígenas comenzaba a diluirse frente a la cultura dominante de los españoles.
El objetivo, es ir descubriendo la problemática cultural a través de la colonización de los españoles a América Latina. Ahora bien, cuando los españoles llegaron a América, se encontraron con situaciones totalmente nuevas e inesperadas. La Iglesia Católica Romana, como parte importante de esta empresa, también se vio envuelta en esta nueva situación. Ya no se trataba de la experiencia de enfrentar a los infieles en Europa. No eran ya los moros, sino seres humanos en una situación social y cultural totalmente nuevos para ellos. Surgieron muchas interrogantes. Estos “indios”, como los llamaron los conquistadores, vivían en una situación de barbarie; en la cual, aún la existencia de Dios les era  desconocida. ¿Cómo debía enfrentar la iglesia este nuevo desafío de evangelización?
América no sólo carecía de nombre. Los noruegos no sabían que la habían descubierto hacía largo tiempo, y el propio Colón murió, después de sus viajes, todavía convencido de que había llegado al Asia por la espalda. En 1942, cuando la bota española se clavó por primera vez en las arenas de las Bahamas, el almirante creyó que estas islas eran una avanzada del Japón. Colón llevaba consigo un ejemplar del libro de Marco Polo, cubierto de anotaciones en los márgenes de las páginas. Los habitantes de Ciupango, decía Marco Polo, “poseen oro en enorme abundancia y las minas donde lo encuentran no se agotan jamás”
El afán de metales preciosos, medio de pago para el tráfico comercial, impulsó también la travesía de los mares malditos. Europa entera necesitaba plata; ya casi estaban exhaustos los filones de Bohemia, Sajonia y el Tirol.

Eduardo Galeano, nos menciona en su obra: “las Venas Abiertas de América Latina”, la situación por la cual España se encontraba experimentando, y por consecuencia la mentalidad de traía a través de sus conquistadores el continente americano. Expresa lo siguiente:
“España vivía el tiempo de la reconquista. 1492 no fue sólo el año del descubrimiento de América, el nuevo mundo nacido de aquella equivocación de consecuencias grandiosas. Fue también el año de la recuperación de Granada. Fernando de Aragón e Isabel de castilla, que habían superado con su matrimonio de desgarramiento de sus dominios, batieron a comienzos de 1492 el último reducto de la religión musulmana en suelo español. Había casi ocho siglos, y la guerra de reconquista había agotado el tesoro real. Pero ésta era una “guerra santa”, “la guerra cristiana contra el Islam”, y no es casual, además, que en ese mismo año  1492 ciento cincuenta mil judíos fueran expulsados del país. España adquiría realidad como nación “alzando espadas cuyas empuñaduras dibujaban el signo de la cruz”. La reina Isabel se hizo madrina de la “Santa Inquisición”. La hazaña del descubrimiento de América no podría explicarse sin la tradición militar de guerra de cruzadas que imperaba en la Castilla medieval, y la iglesia no se hizo [1]rogar para dar carácter sagrado a la conquista de las tierras incógnitas del otro lado del mar”.1
“Si hacemos una lectura interpretativa de las buenas intenciones de los reyes de España, queda claro el sentido misional que inspiraban los principios del descubrimiento y la conquista de América” 2
          Pero como bien lo expresa Dussel, los santos propósitos fueron postergados frente a la avaricia de los conquistadores.
        “La conquista tenía un sentido esencialmente misional, en la intención de los monarcas, y en las leyes y decretos de la Corona o el Consejo de Indias, pero de hecho, ese sentido misional fue muchas veces negado, por actuaciones concretas que se oponían a la realidad a lo que se proponía en las leyes.                                               
              América Latina quedará marcada por este “legalismo perfecto” en teoría; y la injusticia y la inadecuación a la ley, en los hechos” 3
Ahora bien, existía buena intención planteada en el proyecto misional por parte de la Iglesia, las cuales son manifestadas por las llamadas “siete tesis de Burgos”. Una comisión compuesta por el obispo Fonseca, Palacios Rubios y otros eminentes jurisconsultos y teólogos, presentaron, al Rey Fernando, siete tesis, que son de fundamental importancia, por cuanto constituyen la base sobre la cual se elaborarían futuras legislaciones sobre las Indias.
Las siete tesis son las siguientes:
“Lo primero, que pues los indios son libres y Vuestra Alteza y la Reina, nuestra señora, (que haya sancta gloria) los mandaron tractar como á libres, que así se haga.
[2]Lo segundo, que sean instruidos en la fe, como el Papa lo manda en su bula, y Vuestras Altezas los mandaron por su carta, y sobre esto debe Vuestra Alteza, mandar que se ponga toda la diligencia que fuere necesaria.
Lo tercero, que vuestra Alteza les puede mandar que trabajen, pero que el trabajo sea de tal manera, que no sea impedimento á la instrucción de la fe, y sea provechoso a ellos y á la república, y vuestra Alteza sea aprovechado y servido por razón del señorío y servicio que le es debido por mantenerlos en las cosas de nuestra sancta fe y en justicia.
Lo cuarto, que este trabajo sea tal, que ellos los puedan sufrir, dándoles tiempo para recrearse, así en cada día, como en todo el año, en tiempos convenibles.
Lo quinto, que tengan casas y hacienda propia, la que pareciere á los que gobiernan y gobernaren de aquí en adelante las Indias, y les dé tiempo para que puedan labrar, y tener, conservar la dicha hacienda á su manera.
Lo sexto, que se dé orden, como siempre tengan comunicación con los pobladores que allá van, porque con esta comunicación sean mejor y más presto instruidos en las cosas de nuestra sancta fe católica.
Lo sétimo, que por su trabajo se les dé salario conveniente, y esto no en dinero, sino en vestidos y en otras cosas para sus casas”. 4
               Los principios contenidos en estos documentos expresan el sentido evangélico que inspiró a amplios sectores de la Iglesia. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, llegaron a España tardía y difusamente noticias sobre los abusos y malos tratos cometidos por los conquistadores en contra de loso habitantes de estas tierras. Se violaban así, abiertamente; y, por intereses económicos muy marcados.
          “América era el vasto imperio del Diablo, de redención imposible o dudosa, pero la fanática misión contra la herejía de los nativos se confundía con la fiebre [3]que desataba, en las huestes de la conquista, el brillo de los tesoros del Nuevo Mundo”.5
               “Uno de los contenidos más importantes para nuestra historia de la teología, es la así llamada “visión de los vencidos”. Se trata de las relaciones aztecas, mayas e incas de la conquista. Es el “reverso de la conquista”, no sólo económico y político, sino especialmente teológico”.6
               A continuación cito algunos textos, extraídos del libro anterior mente citado.
Testimonio azteca:       
“...déjennos pues morir, déjennos ya perecer, puesto que ya nuestros dioses han muerto (Pág. 25).
La destrucción del pueblo azteca, fue la máxima expresión de la muerte a la cual fue sometido.

    Testimonio maya:
¡Hay! ¡Entristezcámonos porque llegaron! Este Dios verdadero que viene del cielo sólo de pecado hablará, sólo de pecado será su enseñanza. Inhumanos serán sus soldados, crueles sus mastines bravos. (Pág. 81).
Nos cristianizaron, pero nos hacen pasar de unos a otros como animales. Y dios está ofendido de los chupadores (Los españoles). (Pág. 84).
Solamente por el tiempo loco, por los locos sacerdotes, fue que entró a nosotros la tristeza, que entró a nosotros el Cristianismo.
Porque los muy cristianos llegaron aquí con el verdadero Dios; pero ese fue el principio de la miseria nuestra, el principio del tributo, el principio de la limosna, la causa de que saliera la discordia oculta, el principio de las peleas con armas de fuego, el principio de los atropellos…
Fue el principio de la obra de los españoles y de loso padres, el principio de usarse los caciques, los maestros de escuela y los fiscales.
[4]…Los pobrecitos no protestaban contra el que a su sabor los esclavizaba, el Anticristo sobre la tierra, tigre de los pueblos, gato montés de los pueblos, chupador del pobre indio.
Pero llegará el día en que lleguen hasta Dios las lágrimas de sus ojos y baje la justicia de Dios de un golpe sobre el mundo”. (Pág.86)7
          Los efectos de la conquista y todo el largo tiempo de la humillación posterior rompieron en pedazos la identidad cultural y social que los indígenas habían alcanzado.
          De acuerdo a los precedentes históricos destaco que, la colonización a América Latina tuvo una intención positiva desde el punto de vista de los monarcas de España; es decir, un objetivo claramente relacionado a la integración socio, cultural y religiosa a los pueblos indígenas. Estas intenciones por consiguiente fueron opacadas por los mismos conquistadores, que por la presión económica de Europa de aquellos tiempos, y la ambición, generaron la opresión y dominación a través de la “esclavitud” a los pueblos indoamericanos. Toda esta situación contextual y vivencial gestó una mentalidad totalmente de dependencia de los habitantes del continente latinoamericano, lo que a través del tiempo fue heredándose de generación en generación. Por consecuencia, todo esto afectó profundamente a toda nuestra cultura latinoamericana, inclusive en el aspecto evangélico misional.
          Al analizar, que la problemática radica fundamentalmente en un dependencia cultural, englobando todo un sistema integrado de elementos, es menester adentrarse a un conocimiento basto  del concepto de cultura.
Al tener claro el concepto de cultura, tendremos la base medular para entender la contextualización de la Iglesia en cuanto al Evangelio.
Con respecto al concepto de cultura, tenemos que remontarnos a Alemania, donde este término se popularizó durante el siglo XVIII. Se le usó [5]primeramente en la Antropología, en 1871, por Edward Tylor, un investigador ingles. 8
Cultura, visto desde un punto de vista convencional, se refiere a las cosas “más elevadas” de la vida: pintura, música, poesía, escultura, filosofía; el adjetivo culto es sinónimo de cultura o refinado.
Desde el punto de vista sociológico, la cultura se refiere a la totalidad de lo que aprenden los individuos en tanto miembros de la sociedad; es una forma de vida, un modo de pensar, de actuar y de sentir.
La importancia de la cultura, esencialmente radica en el hecho de proporcionar el conocimiento y las técnicas que le permiten sobrevivir a la humanidad, tanto física  como socialmente, así como dominar y controlar, hasta donde ello es posible, el mundo que los rodea.
El hombre es el único animal que aprende a actuar en vez de responder automáticamente a los estímulos, como lo es en los animales en general. El hombre en un mayor poder cerebral, y capacidad para el lenguaje, puede aprender mucho más, y por ello posee una flexibilidad de acción mayor que los otros animales. Puede transmitir mucho de lo que aprende a los otros, y puede controlar en parte al mundo que los rodea, hasta el punto de transformarlo en gran medida. El hombre es el único animal que posee cultura; esto es una de las distinciones fundamentales entre el hombre y los otros animales.
[6]La aproximación etimológica del término cultura, del lat. “cultus”, “colere”, que significa, la acción de cultivar la tierra. Muy relacionado con “agrum”, que quiere decir, “campo”; ejemplo: agricultura, cultivar el campo.
El hombre es un campo que debe ser cultivado. Tiene potencialidades que deben ser cultivadas.
El verbo “colere”, tiene relación con el verbo “habitare”, que significa forma de habitar o vivir.
Si el “agrum” por un lado era cultivado, también era habituado. 9
Encontramos algunas definiciones generales de cultura, tales como: “El conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época o grupo social”.10
Concepto de Tylor (1871). “Cultura es todo complejo que incluye al conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, la costumbre, y cualquier otra capacidad y hábito adquirido por el hombre en cuanto que es miembro de la sociedad”.11
“Cultura es un sistema de vida organizado que se basa en una tradición común, condicionado por ambiente común”.12
[7]“…la cultura es un sistema integrado de sistemas (sobre Dios, la realidad o el sentido final), de valores (sobre que es verdadero, bueno, hermoso y normativo), de costumbres (como comportarnos, relacionarnos, comerciar, comer, realizar tareas agrícolas, etc.), y de instituciones que expresan dichas creencias, valores y costumbres (gobierno, tribunales, templos o iglesias, hospitales, fábricas, negocios, sindicatos, clubes, etc.), que unen a la sociedad y le proporcionan un sentido de identidad, de dignidad, de seguridad y de continuidad”.13
“La cultura se va formando y se transforma en base a la continua experiencia histórica de los pueblos: se transmite a través del proceso de tradición generacional. El hombre, pues, nace y se desarrolla en el seno de una determinada sociedad, condicionado y enriquecido por una cultura particular: la recibe, la modifica creativamente y la sigue transmitiendo. La cultura es una realidad histórica y social” (Puebla, 392). 14
La cultura es una actividad creadora y dinámica, envuelta con frecuencia en situaciones dramáticas de lucha, en medio de luces y sombras, acicateadas por contradicciones y desgarramientos. Esto hace que ella misma necesite un [8]“cultivo”, es decir, una atención continua y consciente a su evolución,   especialmente en los momentos de crisis y de formación de nuevas síntesis
“Es evidente que no podemos hablar hoy de unidad cultural. Su pluralidad salta  a la vista, aún en regiones tradicionalmente consideradas como pertenecientes a una misma cultura. Basta para comprobarlo mirar cualquiera de nuestras ciudades”. 15
Las personas a quienes queremos evangelizar muy probablemente ya no tienen un mundo simbólico claro, pues su significación se encuentra llena de una multitud de objetos, pero los cuales no encuentran un verdadero sentido.
Paul y Robert Horton, describen en su libro: “Una Introducción a la Sociología”  el enclave actual de la cultura, manifestando lo siguiente:
“Ante una disociación tal de las personas, se hace necesaria una tarea de identificación cultural, que no se logra con la simple redistribución geográfica de las personas y los pueblos, sino que exige una nueva pedagogía que busque solucionar los requerimientos fundamentales de la vida humana hoy, desde la “comunidad” que determina efectivamente la pertenencia del individuo.
Estos requerimientos pueden comprenderse y catalogarse según las siete pautas de experiencia que maneja la psicología moderna. Dichas pautas son: la biología, la estética, la práctica, la intelectual, la dramática, la afectiva y la religiosa.
Quiero referirme especialmente a la pauta religiosa, que expresa que, el hombre de hoy presenta una gran crisis de sentido. Su vida múltiple y acelerada, se le presenta desintegrada y sin orientación clara. No sabe quién es y por qué se encuentra en este mundo. De ahí, que consciente o inconscientemente se busque ayudas que traten de responder a esta situación y una de ellas, para nosotros la más importante, es la de una [9]auténtica evangelización que permita descubrir al auténtico sentido de la vida: un sentido trascendente y cristiano” 16
En relación a lo expresan Paul y Robert Horton, tenemos que mencionar que las culturas de hoy presentan además problemas típicos de la época. Así, ante la supuesta generalización y uniformidad, se dan emancipaciones y conflictos, pues se rechaza la cultura de los poderosos que pretenden imponer modelos desarrollados o “standard” de respuestas que todos deben aplicar, sin la debida atención a los requerimientos concretos y a veces urgentes de cada pueblo.
Los problemas actuales de las culturas son de tal complejidad que se hace indispensable una adecuada metodología para comprenderlos e interpretarlos. Y así mismo, elaborar un lenguaje apropiado para comunicar respuestas con sentido para el hombre de hoy.
Después de efectuar un análisis general de los conceptos de cultura, sostengo que, la cultura como sistema integrado de sistemas, involucra a todo el ser humano en sus distintas dimensiones, es decir, la cultura se encuentra en un ámbito totalizante con respecto al hombre y su hábitat, medio o contexto en el cual se ubica y desarrolla.
Para poder entender cabalmente el contexto, y por consiguiente desarrollar la contextualización, es menester tener un conocimiento claro del concepto de Cultura.
Es necesario que el hombre, como agente primordial de la cultura, deba contextualizarse equilibradamente en su respectivo medio de vida.
Desde el punto de vista de la Iglesia, esta debe conocer muy bien el medio donde se desenvuelve y moviliza. Porque de acuerdo al conocimiento que tenga de la cultura y su contexto, tendrá la capacidad de satisfacer las necesidades esenciales de ésta.
[10]Ahora bien, también es necesario mencionar algunos aspectos del Evangelio y la Cultura, que fortalecen mi postulado.
Surge la pregunta al respecto, ¿Qué relación existe entre el Evangelio y la Cultura? El Evangelio y la cultura no son separables: la cultura informa a la revelación y a su vez queda integrada  en ella. Podemos distinguir entre Evangelio y Cultura, podemos encontrar puntos de distinción; pero no podemos separarlos. El Evangelio es una manera de hacer cultura y por eso la evangelización no puede consistir en repetir sino en crear y en recrear.
          “A esto añade que la revelación cristiana es marcadamente histórica; y lo histórico es cultural. Se sigue que la Evangelización necesariamente se tiene que hacer en un encuentro con la cultura y las culturas. El cristianismo es, no solamente histórico en su origen, sino también en toda su trayectoria”. 17
Además, cultura en cuanto a orden social y orden de praxis radica en la naturaleza social y creadora del hombre. La cultura, en cuanto a ethos, radica en la ley natural  y en cuanto refleja el sentido de la vida, es manifestación de la creación. En este sentido cultura representa siempre la esfera periférica y por tanto variable de la naturaleza del hombre. Ella influye accidentalmente en el Evangelio y en la Iglesia como realidades esencialmente sobrenaturales. La cultura obtiene su última perfección y dignidad donde sirve para el Evangelio. Así el arte y la música sirven para embellecer la liturgia, etc. Se trata siempre de la relación sierva-señora como entre Filosofía y Teología.
La influencia del Evangelio en la cultura se resume en dos puntos: El Evangelio revela la última y verdadera meta de todo el quehacer cultural. El Evangelio protege a la cultura de  toda deshumanización y perversión.
La diferencia del Nuevo Testamento frente al Antiguo Testamento está en que Jesucristo y su anuncio del Reino, la Iglesia proclama el Evangelio a través de las diferentes culturas y las culturas como lenguajes diferentes permiten a la Iglesia describir el Evangelio de una manera más honda, nueva.
La comunicación interpersonal es la manera en la cual el hombre y cumple, efectúa y ratifica el Evangelio. Esta comunicación tiene su estructura interna. El hombre se vuelve esencialmente testigo del Acontecimiento salvífico de Dios. El es testigo y por lo tanto está convertido hacia su prójimo. Este prójimo, sin embargo, es afirmado no en su inmediatez, sino como posible hijo en la fe. Pues la comunicación de la fe significa engendrar al nuevo hombre. Así la comunicación de la fe es afirmación del otro en su alteridad e irreductible originalidad, pero como sujeto de la misma esperanza escatológica e inefable. El lenguaje es el lugar de apertura del mundo a través de la comunicación interpersonal. Justamente como tal el lenguaje es cultura.
[11]El testimonio del testigo y a condición de no ser necesariamente carácter de lenguaje y a condición de no ser meramente verbal, tiene que ser real, es decir cultural.
La relación Evangelio-Cultura tiene su propia historia, una historia de inculturación del Evangelio y de Evangelización de la cultura. 18
Al entender claramente esa relación existente entre el Evangelio y la Cultura, surge la siguiente pregunta, ¿Existe relación entre la Iglesia y la Cultura? En relación a esta pregunta, podemos ver el proceso de la formación de iglesias, igual que en la comunicación y recepción del Evangelio, resulta vital la cuestión de la cultura. Si el Evangelio tiene que ser contextualizado, lo mismo ocurre con la iglesia.
“La influencia de la Iglesia de Cristo ha atravesado los mares, los continentes, las selvas intrincadas, los desiertos sin sombras y a todas partes ha llevado la mano misericordiosa de la santidad, de la cultura, del amor”. 19
“La Iglesia se convierte en una potencia vital cuando arrastra a la vida cultural y la determina peculiarmente”. 20
[12]“La Iglesia juzga la cultura, que incluye las formas de vida eclesiástica misma. Pues la cultura crea las formas religiosas, como la sustancia religiosa posibilita la cultura. La Iglesia y la Cultura se interpenetran, no están una al lado de la otra. El Reino de Dios incluye a ambas, a la vez que las trasciende”. 21
Ahora bien, cuando encontramos esta manera de relación entre la Iglesia y la Cultura, en interesante describir antiguas perspectivas tradicionales.
Durante la expansión misionera de la primera parte del siglo XX, se suponía generalmente que las iglesias en el cuerpo misionero habían de ser moldeadas y de conformidad con las iglesias en la patria del misionero. La tendencia era la de producir réplicas prácticamente idénticas. Arquitectura gótica, liturgia basada en un libro de oración. Atuendo clerical, instrumentos musicales, himnos y melodías, procedimientos para tomar decisiones, sínodos y comisiones, superintendentes y archidiáconos; todo se importaba y se ponía en práctica con absoluta falta de imaginación en las iglesias misioneras que se fundaban. Deben agregarse que dichos esquemas eran entusiastamente adoptados por los nuevos cristianos, resueltos a no quedar atrás en nada con respecto sus amigos occidentales. Cultos, hábitos y modos de adorar venían observando atentamente. Pero ello estaba basado en los falsos supuestos de que la Biblia daba instrucciones específicas en cuanto a tales asuntos y vida de la iglesia madre era, por eso mismo ejemplar.
Gran parte de las iglesias tradicionalistas de América Latina traen este aspecto histórico de costumbres provenientes de occidente. Las congregaciones evangélicas históricas, provenientes de raíces europeas, resultantes de la Reforma, tienen más marcado su tradicionalismo original, tales como: Bautistas, anglicanos, metodistas, presbiterianos, luteranos, etc.

Por el contrario, las iglesias evangélicas de naturaleza pentecostal, tales como: Iglesia de Dios, Asamblea de Dios, Iglesia de Dios de la Profecía, Cuadrangular y otras, son producto de avanzadas misioneras hacia América Latina, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial. Todos estos misioneros evangélicos nos exportaron todo el Evangelio y estructura eclesiástica. Pero esto no quiere decir que reconozcamos agradecidamente toda esta iniciativa de Misión transcultural y de fundación original. Pero, el tiempo histórico ha transcurrido, la sociedad ha estado modificando su estructura, los cambios han sido vertiginosos. La cultura dominante ha comenzado a transformar su esencia en otras subculturas que desarrollan influencias marcadas en nuestro contexto latinoamericano.
Es importante reconocer, que, nuestro trabajo estructural, a veces no ha sido la más efectiva, en relación a cumplir nuestra misión evangelizadora directamente insertada en nuestro contexto cultural. Al adquirir  la  actitud original de dependencia, innegablemente nos ha provocado a no tener las suficientes estrategias de misión, debido  a que todos los elementos que nos fueron heredados  consciente o inconscientemente están descontextualizados hoy en día.
Es interesante  el pensamiento de Henry Venn y Rufus Anderson, misioneros de avanzada en la mitad del siglo XIX, y Rollan Allen en la primera parte del siglo XX, popularizaron el concepto de las iglesias “nativas” o “indígenas”, que tendrían autogobierno, autosostén y autopropagación. Sostenían muy bien su punto de vista. Señalaban que la política del apóstol Pablo era la fe de fundar iglesias, no la de iniciar estaciones misioneras. También agregaban argumentos pragmáticos a los bíblicos, a saber que la indigenización resultaba indispensable para el crecimiento de la iglesia en madurez y sentido de misión. Henry Venn vislumbraba confiadamente el día cuando las misiones entregarían toda la responsabilidad a las iglesias nacionales y luego se llevaría a cabo lo que él llamaba “La eutanasia de las misión”.
En síntesis a lo anterior mencionado, se hace necesario desarrollar ahora un concepto más radical de la vida eclesiástica nacional, en base al cual cada iglesia pueda descubrir y expresar su propia identidad como cuerpo de Cristo, dentro de su propia cultura.
Es fundamental, además recalcar que a la iglesia se le debe permitir que se nacionalice o “indigenice”, y a “celebrar, cantar y danzar” el Evangelio en su propio medio cultural.
Algunas iglesias en los diferentes continentes van más allá de un jubiloso o agradecido descubrimiento de su herencia cultural local, y se tornan jactanciosas y dogmáticas, e inclusive llegan a hacerla algo absoluta. Sin embargo, más común que cualquiera de estos extremos es el “provincialismo”, es decir, una concentración tal en su propia cultura que quedan a la deriva con respecto de la Iglesia, y que la aísla del resto del mundo. Es una postura que niega al Dios de la creación y la redención.
Es importante evitar esta actitud, porque en primer lugar, cada iglesia es parte de la iglesia universal. El pueblo de Dios constituye, por su gracia, una comunidad única de naturaleza multi-racial, multinacional, multi-cultural. Esta comunidad es la nueva creación de Dios, es nueva humanidad, en la que Cristo ha abolido todas las marcas (Ef. 2-3). Por lo tanto, no hay lugar para el racismo en las sociedades cristianas.
Desde el punto de vista teológico, los testigos transculturales no deben tratar de imponer una tradición teológica pre-fabricada a la iglesia en la que sirven, ya sea mediante la enseñanza personal, por medio de literatura o mediante el recurso de controlar los planes y programas del Seminario o escuelas bíblicas.
Las controversias teológicas de las iglesias más viejas no deben ser exportadas a las iglesias más jóvenes, una comprensión de los problemas y de la obra del Espíritu Santo en el desarrollo de la historia de la doctrina cristiana,  puede ayudarles a protegerse de una infructuosa repetición de las mismas batallas.
La teología de una iglesia ha de ser desarrollada por la comunidad de la fe a partir de la Escritura, en la interacción con otras teologías del pasado y del presente y  con la cultura local y sus necesidades.
Después de tener un entendimiento y análisis concreto de la relación que existe entre el Evangelio, La Iglesia y La cultura, antes de ir a una contextualización, creo que es necesario desarrollar una Autovaloración cultural e implicaciones para la Iglesia del hábitat en América Latina.
1.     No hay una sola América latina.
Si hablamos de España, tendríamos que decir lo mismo: no hay una sola España. España está compuesta de varios elementos y de varias tendencias y regiones que buscan autonomía. Lo mismo existe en América Latina. Tenemos países donde los grupos indígenas forman la mayoría de la población, y en contraste tenemos algunos países donde la mayoría de la población a emigrado desde Europa. Y aún otros países reflejan la combinación étnica importada, pero ahora  mezclada con los pueblos que formaban parte del Nuevo Mundo entes de la llegada de Cristóbal Colón. Sin embargo, existen ciertos elementos que unen estas naciones heterogéneas. La herencia en común, el lenguaje y factores religiosos contribuyen a formar esta unidad que constituye un bloque con un espíritu singular. Y pensando en las implicaciones culturales para la Iglesia es absolutamente necesario tomar en cuenta esta variedad étnica, lingüística, geográfica y religiosa que forman lo que hoy es América Latina.
2.     Aspecto Histórico de América Latina.
En cierto sentido hablar de pueblos que se n conjugado para formar lo que es hoy América Latina.
 El antiguo pueblo precolombino que existía en tantos lugares del territorio conquistado. La nación Azteca, maya e incaica que los conquistadores encontraron y en gran medida destruyeron, son parte integral de lo que es este mundo.
Este pueblo es importado, sea español u otro.
Es el producto de la unión de estos dos primeros.
América Latina como producto del sistema religioso importado desde España.
El Cristo que vino autorizado la conquista, simbolizado vicariamente por los obispos, no fue un Cristo poderoso, capaz de transformar al hombre. Lo que se trajo al nuevo mundo fue un Cristo débil, un Cristo siempre en vías de agonía, un Cristo muerto no resucitado. En otras palabras, se trajo a este mundo la cruz y la espada. Y el cristianismo que fue trasplantado como sistema eclesiástico con sus disciplinas y ministerios fue desde España traído a granel.
3.     América Latina y sus Realidades Políticas y Socioeconómicas.
Los problemas de cualquier sociedad sean complejos, combinando elementos económicos, políticos, sociales, culturales, religiosos, históricos y raciales. Se habla mucho de la explosión demográfica agravada por una crisis paralela de escasez de alimento, escasez de vivienda, carencia de una provisión de sanidad pública, escasez de trabajo.
Pero no solo eso, sino que América Latina vive una dependencia ideológica, política, económica, y aún en el estilo de vida que imita la sociedad de consumo de los países llamados desarrollados. La dicotomía entre riqueza y pobreza y entre el mundo rural y urbano se  combina para agravar aún más  la crisis interna de América Latina: La desorientación moral, social, y cultural se refleja aún en el mundo político donde hoy día nunca el totalitarismo controla el panorama político. La situación política de América Latina se mantiene en un estado cambiante, hasta el punto que a veces se pregunta ¿quién tendrá el poder mañana en estos países?
4.     La Iglesia Evangélica en América Latina.
Es una Iglesia relativamente joven, comparada con la historia del catolicismo del nuevo mundo. Sin embargo, es una iglesia pujante y fuerte que desea y merece sus propias expresiones autónomas que se basan en la Biblia. La iglesia que se desenvuelve  en este mundo de flujo, de relativa moralidad y [13]de materialismo exagerado, tendrá que ser una Iglesia fundada sobre las Escrituras; tendrá que ser una Iglesia que reconozca y viva los absolutos de la verdad divina; pero también tendrá que ser una Iglesia flexible, no en su mensaje, sino en su metodología a la luz de a dinámica cultural. 22
Evidentemente, después de todo este análisis histórico sobre América Latina, demostrando palpablemente la problemática del contexto cultural de dicho continente, y la repercusión que tuvo a su cultura original, provocado por la conquista de los españoles y por supuesto la afección a nuestra cultura latinoamericana actual, y en particular a nuestro contexto eclesial, en relación a la dependencia.
Al tener claro el concepto de cultura y sus implicaciones, sostengo que nuestras iglesias evangélicas desconocen su propia cultura en el momento de hacer misión y extender el Reino de Dios. Esta ha provocado ceguera en relación a nuestra misión evangelizadora en el contexto cultural, especialmente en el conocimiento le de las necesidades de las personas. Además se demuestra que el interés de Dios por la cultura del hombre, no obviando lo fundamental del contexto cultural para desarrollar un trabajo más efectivo.
En este caso el Evangelio, debe y tiene un papel preponderante para influenciar a la cultura. El Evangelio protege a la cultura de toda deshumanización y perversión. Pues lo único que desea el Evangelio es [14]entregar una Nueva Gracia, en donde el ser cultural recobre el primer estado de comunión con su creador.
En todo este proceso, la Iglesia cumple un rol esencial en la cultura. Esta debe penetrar todo el sistema integrado de lo que conforma la cultura. De esta forma se deben derribar algunos prejuicios y tradiciones que impiden que la iglesia actual se compenetre en la cultura y sus influencias.
“El Evangelio es la buena noticia de que Dios se ha puesto al alcance del hombre. Para hacerlo, se ha insertado en la historia humana por la brecha abierta en la realidad espacio-temporal por medio de Jesucristo. Si bien Dios se había manifestado de muchas maneras en el pasado, en la culminación de los tiempos nos ha visitado en la persona de su propio Hijo (la palabra hecha hombre), en un lugar y un momento particulares. Se diría que Dios se ha contextualizado en Jesucristo”. 23
“El clímax de la revelación de Dios es Emmanuel. De manera definitiva la encarnación muestra que la intención de Dios es revelarse desde dentro de [15]situación humana. En virtud de la naturaleza del Evangelio como un mensaje contextualizado en la cultura”. 24
Entonces, la contextualización cultural del Evangelio es posible por la acción del Espíritu santo en el pueblo de Dios. En la medida que la Palabra de Dios se encarna en la Iglesia, el Evangelio toma forma en la cultura. Y eso refleja [16]el propósito de Dios: la intención de Dios no es que el Evangelio se reduzca a un mensaje verbal, sino que se encarne en la iglesia y, a través de ella, en la historia. El Dios que siempre ha hablado a los hombres desde dentro de la situación histórica ha designado a la iglesia como el instrumento para la manifestación de Jesucristo en medios de los hombres. La contextualización de la Iglesia en la historia.
Hay otro elemento interesante al respecto. Para que la iglesia revele a Jesucristo en el plano de la historia, debe primero experimentar la realidad de la muerte de Cristo con referencia a la cultura humana.
La totalidad de la vida (incluso los modelos de pensamiento y conducta, los valores, hábitos y roles) debe ser sometida al juicio de la Palabra de Dios, de manera que sólo lo que es digno de Corsito y alcance se plenitud. Morir con Cristo es morir a nuestra propia cultura y, consecuentemente, reconocer más objetivamente  los condicionamientos que ésta ejerce sobre nosotros a fin de apreciar los valores de otras culturas ajenas a la nuestra. Sólo así podemos ver [17]la relevancia del Evangelio para la vida humana en cualquier cultura y, por ende, la gloria del Cristo resucitado que transforma la cultura. 25
“La Iglesia se siente llamada a estar presente con el Evangelio, particularmente en los períodos en que decaen y mueren viejas formas según las cuales el hombre ha organizado su convivencia, para dar lugar a nuevas síntesis. La fe transmitida por la iglesia es vivida a partir de una cultura y la [18]construcción del Reino no puede menos de tomar los elementos de la cultura y de las culturas humanas”. 26
“La iglesia reconoce el valor fundamental de la cultura en la vida del hombre. La cultura es su matriz. El hombre es su cultura. Sin embargo, cuando el Evangelio se presenta ante la cultura, lo primero que hace es decirle: tú no eres todo, tú no lo puedes todo, la salvación total del hombre no está en tus atribuciones. Así pues el Evangelio introduce una distancia respecto a la cultura. Y tiene que hacerlo así porque toda la cultura, como todo ser humano, nace en la ambigüedad y la ambivalencia. Toda cultura tiene sus dioses falsos, sus ídolo, sus cultos indebidos, sus faltas, su pecado. Si se pretendiera aceptar a priori toda la cultura tal como es y sin discernimiento primordial, entonces ella tendría todos los derechos sobre el Evangelio” 27
La iglesia autónoma es una “traducción dinámica” que produce en su propio medio ambiente la misma clase de impacto que la iglesia primitiva produjo en el mundo grecoromano. Usa las formas de la cultura local, pero transforma en medios de expresión de la fe cristiana.
El Evangelio puede contextualizarse únicamente por medio de “iglesias de equivalencia dinámica”. Y tales iglesias son las que pueden generar una teología evangélica que refleje la multiforme sabiduría de Dios.
La contextualización del Evangelio consistirá en una adaptación de una teología ya existente a una cultura dada. No será meramente el resultado de un proceso intelectual. No será auspiciada por un benevolente paternalismo misionero cuya intención  sea ayudar a la iglesia joven a seleccionar los elementos culturales de signo positivo. La contextualización del Evangelio sólo puede ser un don de la gracia de Dios a una iglesia que se esfuerza por colocar la totalidad de su vida bajo la soberanía de Jesucristo en su situación histórica. Más que un portento natural, la encarnación es un portento de la gracia de Dios.

CONCLUSIÓN.
Cuando comenzamos a investigar la realidad de nuestro contexto cultural latinoamericano, y nos enfrentamos además a la realidad de la Iglesia, resuelvo directamente la imposibilidad de separar ambas realidades. Me doy cuenta que la iglesia evangélica ha sido víctima de una dependencia histórico-cultural, que ha traído consecuencias de identidad, estructurales y de misión. Esto ha provocado que la iglesia se haya descontextualizado culturalmente de su propia realidad latina. Es por ello que, descubro la problemática desde tiempos históricos de antaño, específicamente en el período del descubrimiento de América en el siglo XV.
Concluyo, que la problemática de la contextualización cultural radica fundamentalmente en hechos históricos del movimiento descubridor de los españoles a América Latina. Se hace presente de manera activa el poder de la “Colonización” a los indígenas residentes en el continente nuevo. Por consecuencia los conquistadores ya venían con mentalidad de “Inquisición, de Cruzadas y de Guerra Santa”, en la cual simbólicamente se demostraba tener grababas en las empuñaduras de sus espadas la inscripción de la cruz cristiana. Esto generó la opresión a creer en el catolicismo romano. En otras palabras la cristianización de los nativos a través de la dominación.
Debo dejar en claro que, la intención de los reyes de España no era opresora, sino beneficiosa, desde el punto de vista misional. Esto queda en claro en las siete tesis de Burgos. Una comisión compuesta por el obispo Fonseca, Palacios Rubios y otros eminentes jurisconsultos y teólogos donde se demuestran las buenas intenciones para los habitantes de aquellas tierras.
Pablo Richard (edito), se manifiesta en el libro: “Raíces de la Teología Latinoamericana”, que América era el vasto imperio del Diablo, de redención imposible o dudosa, pero la fanática misión contra la herejía de los nativos se confundía con la fiebre desatada, en las huesteas de la conquista, el brillo de los tesoros del Nuevo Mundo.
Los efectos de la conquista y todo el largo tiempo de humillación posterior rompieron en pedazos la identidad cultural y social que los indígenas habían alcanzado.
Toda esta realidad creó una mentalidad dependiente de habitantes del Continente, lo que ha través del tiempo fue heredándose de generación en generación. Por consecuencia afectó a toda nuestra cultura latinoamericana, inclusive en el aspecto evangélico misional.
Al analizar, que la problemática radica fundamentalmente en una dependencia cultural, englobando todo un sistema integrado de sistemas, es menester adentrarse a un conocimiento fundamental de los concepto y sus implicaciones de cultura. Se desprende de este conocimiento la base medular y el punto de partida para entender la contextualización cultural de la Iglesia en cuanto al Evangelio.
De acuerdo a la investigación realizada, concluyo claramente de la profundidad, la extensión y expansión de la cultura en relación a la estructura, a la sociedad, a la historia (tiempo) y por consiguiente al hombre.
En relación al hombre, la concepción de la cultura es enfrentar la realidad, disposición que se constituye en ser miembros de una sociedad que se ha determinado y determina. Es decir, con ese término se asigna aquel patrimonio social de los grupos humanos que comprende conocimientos, creencias, ideologías, símbolos, normas, valores, así como las disposiciones a la acción que derivan de esos factores y que se concretan en esquemas y técnicas de actividad típicos de cada sociedad determinada.
Concluyo, que la cultura como sistema integrado involucra todo el ser  humano en sus distintas dimensiones, es decir, la cultura se encuentra en un ámbito totalizante con respecto al hombre y su hábitat. Por lo tanto el hombre como agente primordial de la cultura, debe contextualizarse equilibradamente en su respectivo medio de vida.
Desde el punto de vista de la iglesia, este debe reconocer muy bien su medio donde se desenvuelve y moviliza. Porque de acuerdo al conocimiento que tenga de la cultura y su contexto, tendrá la capacidad de satisfacer las necesidades esenciales de esta.
Nuestra sociedad contextual en tiempo y espacio, necesita ser impactada por principios que puedan cambiar nuestra realidad distorsionada por subculturas surgidas por naturalezas espiritualmente deformadas por el pecado y movidas por fuerzas espirituales del reino de la oscuridad.
Concluyo, que  a la luz de las evidencias bíblicas, que Dios de manera directa e indirecta se encuentra interesado en la cultura, no para una contemplación de ella, sino para una transformación retentiva, principalmente en las deformaciones sociales provocadas por el pecado del hombre.
En el proceso de la formación de iglesias, igual que en la comunicación y recepción del Evangelio, resulta vital la cuestión de la cultura. Si el Evangelio tiene que ser contextualizado, lo mismo ocurre con la iglesia.
Es fundamental, además recalcar que a la iglesia de le debe permitir que se nacionalice o “indigenice”, y a “celebrar, cantar y danzar” el Evangelio en su propio medio cultural. Sin embargo, más común que cualquiera de estos extremos es el “provincialismo”, es decir, una concentración tal en su propia cultura que quedan a la deriva con respecto de la Iglesia, y que la aísla del resto del mundo. Es una postura que niega al Dios de la creación y la redención.
El presente momento histórico plantea un desafío a los cristiano en todo el mundo: el desafío a calar hondo en las Escrituras a fin de extraer la luz con que éstas pueden iluminar los problemas hoy, por la acción del Espíritu Santo. Para que el Evangelio no sea sólo aceptado intelectualmente sino también vivido, necesariamente tiene que tomar forma dentro de nuestro propio contexto cultural. En otras palabras, la teología es un instrumento para la contextualización del Evangelio. Y para que cumpla su función debe tener como base la revelación bíblica, debe elaborarse en un contexto histórico definido y debe tener como meta la obediencia al Señor Jesucristo hoy.
Se deben tomar en cuenta las siguientes pautas:
1.     La base de la Teología es la Palabra de Dios.
2.     El contexto de la Teología es la situación histórica completa.
3.     El propósito de la Teología es la obediencia al Señor Jesucristo.
La contextualización del Evangelio es posible por la acción del Espíritu santo en el pueblo de Dios. En la medida que la Palabra se encuentra en la iglesia, el Evangelio toma forma en la cultura.
La iglesia realmente autóctona es aquella que en virtud de muerte y resurrección de Cristo encarne el Evangelio dentro de su propia cultura. Adopta un estilo de vida, pensamiento y acción en sus propios patrones culturales.
El Evangelio puede contextualizarse por medio de “Iglesias de Equivalencia Dinámica”. Y tales iglesias son las que pueden generar una teología evangélica que refleje  la multiforme sabiduría de Dios.
Además, propongo  la contextualización cultural del Evangelio, a través de lo que denomino “Retroalimentación del sistema cultural”:
1.     Análisis de Contexto (Investigación de todo el contexto cultural autóctono).
2.     Selección de las necesidades y/o problemas esenciales, que fueron detectados en el  análisis de contexto.
3.     Detreminación de metas y objetivos (relacionados a las necesidad aes esenciales seleccionadas)
4.     Selección de estrategias, métodos y formas de trabajo, que serían canalizadas a la satisfacción de las necesidades y/o problemas detectados.
5.     Evaluar antes, en y de todo el  proceso de desarrollo, para efectuar la retroalimentación respectiva.
Finalmente, si logramos conocer cabalmente nuestra cultura; incluso en el contexto histórico, tendremos las herramientas suficientes y necesarias para dirigir la misión de la iglesia a una sociedad que conocemos muy bien, en relación a sus necesidades, sus problemas, sus crisis, sus familias, su educación, su trabajo, su espiritualidad etc. Logrando de esta manera tener resultados reales y permanentes en el  contexto de la iglesia evangélica latinoamericana.
 Ob. Héctor Cancino del Valle

[1] Galeano, Eduardo. “Las Venas Abiertas de América Latina”. Argentina, Siglo Veintiuno editores, 1986, 48 edición, Pág.16-17
2 Ramírez, Dagoberto. “Evangelización y Cultura”. (experimentos Sociales de América). Santiago, Chile: editada por la Comunidad Teológica de Chile, 1991, Vol. 6-7, Pág. 4.
3 Dussel, E. “historia de la Iglesia en América Latina”. Barcelona: Ed. Nova Terra, 1974, 2” Edición, Pág. 82.
4 Fray Bartolomé de las casas. “Historia de las Indias”. México, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1951, III Edición
5 Richard, Pablo (Editor). “Raíces de la Teología Latinoamericana”. San José, Costa Rica: Departamento Ecuménico de Investigaciones, 1985, Pág. XIX.
6 Galeano, Eduardo. Op. Cit. Pág. 18
7 León Portilla, Miguel. “El Reverso de la Conquista”. Relaciones Aztecas, mayas e incas. México: (Ed. Joaquín Mortiz), 1980. 7ª Edición.
8  Chinoy, Ely. “La Sociedad”. Una Introducción a la Sociología. México: Fondo de Cultura Económica. 1985, Pág. 35.
9  Roa, Jairo. “Naturaleza de la Cultura”. Notas de la clase de Antropología Cultural. SEMISUD de la Iglesia de Dios, Bs. As. Argentina, Primer Semestre, 1989
10 Diccionario de la lengua española. Madrid: Real Academia Española. 1984, Vigésima Edición, tomo I.
11 Chinoy, Ely. Op. Cit. Pág. 36..
12 Dawson, Christopher. “Religión y Cultura”. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1953, Pág.
13. Informe de la Consulta de Willowbank, El Evangelio y la Cultura. Pág. 5
14 Remolina, citado por Colegio Máximo de Teología. V. del Salvador en el libro: “Evangelización de la Cultura E Inculturación del Evangelio”. Bs. As. 1986, escribió: “Problemática de la Evangelización de la Cultura Hoy”. Pág. 88-89.
15 Ibid, Pág. 93.
16 Horton, Paul y Robert “Una Introducción a la Sociología” Bs .As.: Librería “El Ateneo” Editorial, 1983, Pág.9
17 Remolina. Citado por Colegio Máximo de Teología. V. del salvador, Op. Cit. Pág 96-97.
18 Hünermann, P. “Evangelización de la Cultura e Inculturación del Evangelio” (Evangelización y Cultura en la Historia de la Iglesia). Colegio Máximo de san José Facultad de teología. V. del salvador, Bs.As. Argentina, 1986, Pág. 31-36.

19 Muñoz López, A. “Influencia Social del cristianismo”. Casa Bautista de Publicaciones, Bs. As. Argentina, Pág 28.
20  Troeltich, E. “El Protestantismo y el Mundo”. Fondo de Cultura Económica, México, Bs. As. 1958, Pág. 93.
21 “Teología de la Cultura y Otros Ensayos”. Amorrortu Editores, Bs. As. 1969, Pág. 53

22  Getz, Gene. “Refinemos la Perspectiva de la Iglesia”. Edit. Caribe, Miami, Florida. 1974. Pág. 267-170.
23 Padilla, René. “Misión Integral”, Ensayos sobre el Reino y la Iglesia. Edit. Nueva Creación., bs. As.   Argentina, 1986, Pág. 81-84.
24 Ibid. Pág. 102
25 Ibid, Pág. 102.
26 Methol, Alberto, Citado por CELAM, en el libro: “religión y Cultura”. Bogotá, Colombia, 1981, Pág. 75.
27 Lambert, Bernard. “Las Bienaventuranzas y la Cultura Hoy”. Ediciones Sígueme. Salamanca, España, 1987, Pág. 37.