jueves, 30 de junio de 2011

Pastoral: ¿Qué piensas tú de las riquezas?

La pregunta que nos plantea el texto de hoy es importante sobre todo si reconocemos a Cristo como Señor de lo que somos, hacemos y tenemos, pues lo que pensamos acerca de las riquezas no solo regulará nuestra forma de ser y hacer las cosas, sino que nos permitirá enfrentarnos cara a cara con nuestro crecimiento espiritual; el texto en ningún lado señala que el dinero es malo o que no se debe desear ser rico, lo que si señala es que lo primero debe ser Dios y lo demás se añadirá por su voluntad no por esfuerzos desmesurados de nuestra parte.

 

La tentación de amar el dinero es sumamente fuerte. La sociedad actual está saturada de un sentimiento de avaricia y ambición por las cosas materiales. Esto crea las circunstancias para que el ser humano llegue a sentir amor por el dinero, pues con el dinero puede conseguir todas las cosas materiales que desea. La Biblia nos alerta acerca de este sentimiento en 1 Timoteo 6:10. Allí dice: “porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” Es importante notar que este versículo no dice que “la raíz de todos los males es el dinero”, sino el "amor al dinero." De hecho, es perfectamente aceptable ganar una gran cantidad de dinero mientras éste no afecte negativamente tu relación personal con el Señor o tu servicio a él. Dios quiere que te enfoques más en tu crecimiento espiritual que en el crecimiento de tu cuenta bancaria. ¿Qué piensas tú de las riquezas?

Deuteronomio 8:18-20
“Acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día. Mas si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis. Como las naciones que Jehová destruirá delante de vosotros, así pereceréis, por cuanto no habréis atendido a la voz de Jehová vuestro Dios.”


Por medio de Moisés, Dios instruyó al pueblo de Israel acerca de todo lo que ellos tenían que hacer para cumplir su parte en el pacto que habían acordado con él. Después de darles los Diez Mandamientos y otros principios y reglas que debían seguir, en este pasaje Dios les habla acerca de las riquezas. Conociendo la naturaleza humana, egoísta y ambiciosa, el Señor les dice que él les daría “el poder para hacer las riquezas” con el fin de que llevaran a cabo los planes establecidos en el pacto, pero les advierte que si llegaran a olvidarse de él y anduvieren en pos de dioses ajenos, de cierto perecerían.

Han transcurrido más de 3,000 años de esa declaración, pero aun en nuestros tiempos esta advertencia de Dios está vigente para sus hijos. Dios espera responsabilidad de nuestra parte en el uso de los bienes materiales que recibimos de él. El considera el dinero como un instrumento que debe ser usado para el bien de nuestras familias, de aquellos que nos rodean, de los necesitados, y para la expansión de su reino. Este principio es totalmente opuesto al concepto que prevalece en el mundo. Por regla general la gente, en lugar de pensar en el dinero como un medio para llevar a cabo los planes de Dios en sus vidas, lo sitúan en un plano predominante y muchos llegan a considerarlo como un ídolo, amándolo y deseándolo sobre todas las demás cosas.

En Mateo 22:37-38 Jesús resume este concepto con estas palabras: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento." No debe haber nada más importante en la vida de un ser humano que pensar en Dios, amar a Dios, adorarle y agradarle en todo. Nada debe ocupar este primer lugar en tu corazón. Cuando se trata del dinero es aún peor, pues el amor a él es "la raíz de todos los males", es decir este pecado dará lugar a muchos otros pecados con sus correspondientes malas consecuencias.

Piensa en esta simple pregunta: ¿Qué consume más energía y pensamientos en tu vida, la búsqueda de dinero o la búsqueda del Señor? La respuesta a esta pregunta te dirá si tu punto de vista acerca de las riquezas está conforme al corazón de Dios. Si antes que cualquier otra cosa, tú buscas el rostro del Señor cada día de tu vida, él suplirá todas las cosas materiales que tú necesitas. Eso dice Mateo 6:33: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”

Escucha lo que Dios quiere decirte sobre el dinero y su uso, y pon en práctica los principios financieros de su reino. Si tú pones al Señor en primer lugar en tu vida, puedes tener la absoluta seguridad de que él te bendecirá en gran manera.


ORACION:Padre mío, yo deseo que mi vida sea un ejemplo de honestidad y fidelidad hacia ti. Ayúdame a tener en cuenta tus enseñanzas al tomar decisiones en relación al dinero, de manera que mi fin principal sea honrar y glorificar tu santo nombre. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.

miércoles, 29 de junio de 2011

Para Empresarios y Profesionales: ¿Sus Depósitos Superan a sus Retiros?

CPEC - Chile: Comité de Profesionales y Empresarios Cristianos
MANA DEL LUNES
Un servicio a la comunidad de negocios
Junio 27, 2011.

¿Sus Depósitos Superan sus Retiros?
Por Robert J. Tamasy

Ingresos y gastos. Créditos y débitos. Activos y pasivos. Depósitos y retiros. Cada uno de estos términos que se usan en el mundo empresarial y profesional para definir a "la línea de fondo." Si usted puede mantener sus ingresos por arriba de sus gastos, acumular más créditos que los débitos, y tener más activos que pasivos, su negocio probablemente está, en buena forma.

Los depósitos y retiros son típicamente utilizados en la terminología bancaria, pero que también se puede utilizar en términos de relaciones, ya sean del hogar o lugar de trabajo. Cada uno tiene lo que los psicólogos llaman un "tanque emocional", y cuando ese "tanque" está lleno, nos sentimos contentos y en paz, cuando el tanque se agota, nos sentimos disgustados y estresados.

Hay muchas maneras de hacer depósitos en el almacén emocional de alguien, como es darle de nuestro tiempo y atención. A veces un contacto adecuado, con cuidado también puede ser útil. Pero uno de los mejores métodos para llenar el tanque emocional de otra persona es a través del uso oportuno y cuidadoso de nuestras palabras. Sin embargo, las palabras habladas a destiempo y sin cuidado pueden disminuir los suministros emocionales con la misma facilidad.

Recuerdo haber tenido jefes que hicieron ambas cosas. Uno tenía un don para animarme, especialmente en momentos en los que no había cumplido con él y mis propias expectativas. Él siempre tenía una manera de asegurarme,  "Te va a salir mejor la próxima vez." El otro jefe, sin embargo, rara vez tenía algo positivo que decirme. Me dijo una vez "Si no escucha algo de mí, asuma que todo está bien", El problema era que yo había lo había escuchado cuando las cosas no estaban "bien".

Las necesidades que tenemos de apoyo emocional y de afirmación son diferentes, pero todos apreciamos recibir palabras positivas de vez en cuando, nos encaramos los aspectos negativos de la vida cotidiana. En anteriores "Manas del Lunes" hemos hablado de la energía y el impacto de la lengua – en pro y en contra - y es útil revisar periódicamente este aspecto en las relaciones de trabajo. En particular, tenga en cuenta algunas ideas que nos da el eterno "manual de negocios", que es la Biblia:

Construir en lugar de derribar. Bajo presión, siempre es más fácil encontrar la falta que ver los aciertos. Pero la marca de un buen líder es su capacidad para desarrollar y edificar a los que dependen de ellos, equipándolos para retos cada vez mayores. Para tener éxito en eso, tenemos que aprender a "escoger a la gente que hacen lo correcto". "Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan" (Efesios 4:29).

Esfuércese por promover, no a desalentar. Hace años cuando estaba siendo considerado para un puesto de trabajo en una organización sin fines de lucro, yo era un novato. Me faltaba la valiosa experiencia, pero la gente que evaluó a los candidatos que me vio como un "diamante en bruto", alguien con potencial en quien valía la pena invertir Cuando me contrataron, mis superiores me enseñaron y me trataron desde esa perspectiva, y con el tiempo me sentí recompensado por su confianza. "La lengua tiene el poder de la vida y la muerte, y que la ama comerá de sus frutos" (Proverbios 18:21).

Responder con amabilidad en vez de enojo. Frente a los plazos, o las dificultades normales de día de trabajo, se puede hablar de una manera dura sin pensar que se puede  dañar a los demás. Sin embargo, al ejercer la paciencia y la compasión, se puede convertir una situación tensa en un momento positivo. "La blanda respuesta quita el enojo, mas la palabra áspera hace subir el furor" (Proverbios 15:1).

Robert J. Tamasy es vicepresidente de comunicaciones para el Legado de los Líderes, Inc., una corporación de no lucrativa en Atlanta, Georgia, E.E.U.U. Coautor, con David A. Stoddard, El Corazón de Mentor: 10 Principios Probados Para Que Las Personas  Desarrollen Su Potencial Más Pleno (NavPress), y es el autor del libro recientemente publicado Negocios al Máximo - la Sabiduría Eterna de los Proverbios para los Negocios de Hoy (Rever Pret). Más información, vea www.theheartofmentoring.com o www.rivercitypress.net o www.bobtamasy.blogspot.com
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Preguntas para Reflexión / Discusión

1. Describa el estado de su propio "tanque emocional" en este momento. ¿Está lleno o casi lleno, o es peligrosamente agotado? Explique su respuesta.
2. ¿Qué tan bueno es para evaluar y el depositar en las reservas emocionales de los demás? ¿Cree que esto es algo en lo que aún deba de preocuparse? ¿Por qué si o por qué no?
3. Recuerde algún momento en que se hubiera sentido desanimado o desinflado, ya sea en el trabajo o en su vida personal, y que unas palabras bien elegidas alguien le dio lo levantaron ¿Cómo fue esa situación, y cómo se siente?
4. ¿Cree que es posible ser demasiado "brutalmente honesto"? Pensando en una manera de ofrecer una crítica constructiva sin causar daños graves a la auto-estima. Si usted puede pensar en una situación como esa, comente cómo un método puede servir para alentar a unos mientras que podría desalentar a otros.
NOTA: Si usted tiene una Biblia y le gustaría revisar pasajes adicionales que se relacionan con este tema, considere los siguientes versículos:
Proverbios 10:9, 10:32, 11:12, 13:03, 15:4,7, 16:21-24, 17:28, 18:07, Santiago 3:3-6


lunes, 20 de junio de 2011

SERMONES: El Tiempo

LA ADMINISTRACIÓN DEL TIEMPO
Por Dr. Darío López. Teólogo/Historiador pentecostal. Escritor,profesor y pastor

Eclesiastés 3:1-8

INTRODUCCIÓN

          El libro de Eclesiastés, conocido también como el Predicador o Qoheleth, (hebreo = maestro, filósofo, predicador) es uno de los libros más sugerentes del Antiguo Testamento, particularmente por las profundas reflexiones sobre diversos aspectos de la existencia humana que en este documento bíblico se registran. El tema central del libro, o su eje transversal, parece ser la búsqueda de la clave para el encontrar el sentido de la vida. Con relación a este tema, una y otra vez, medita el Predicador tratando de encontrar respuestas a sus interrogantes, planteamientos o reflexiones, nacidas de las observaciones que él ha hecho en distintos momentos sobre diversos problemas humanos. Además, parece cierta también la opinión de que en este libro se esboza una filosofía de la vida que intenta responder a las preguntas corrientes que los seres humanos de todas las épocas se plantean cada cierto tiempo, tratando de hallar respuestas a las mismas. De manera mucho más simple, se puede afirmar que en este libro, se percibe como el autor observa lo que ocurre en la cotidianidad de la existencia humana, y de allí deriva las conclusiones lógicas. Lo que puede explicar por qué, reiteradamente, puntualiza que así es la vida debajo del sol  (Ec. 1.3, 9, 14; 2.11, 17, 22; 3.16; 4:1), o la vida tal como la ve cada día el hombre que peregrina en este mundo.

          Eclesiastés es un libro, entonces, de bastante actualidad cuyo mensaje responde a las preguntas que cada generación se formula sobre los distintos aspectos de la vida humana. Así, por ejemplo, Eclesiastés trata sobre la transitoriedad de los bienes materiales, la administración responsable del tiempo, las violencias que sufren cada día los seres humanos y la necesidad de cumplir con la palabra empeñada. Cada uno de ellos es de suma importancia, especialmente en este tiempo en el que la moderna “religión del consumo” con sus catedrales “malls“, sus templos habituales “fast food places“, sus salas de oración “cabinas de internet“, su credencial de miembro “bank account“, su certificado de bautizo “credit card“ y sus espacios de ejercicios espirituales “gymns“, parece estar imponiéndose en todos los países de la región.

          Dentro de este contexto en el que se está resideñando el mapa religioso contemporáneo, será bastante útil estudiar el mensaje del libro de Eclesiastés para este tiempo, una época en la que un porcentaje significativo de las personas de todas las edades, tienen una cierta flojera para pensar y prefieren recibir cosas “ya masticadas”, antes que reflexionar en el mensaje bíblico y las consecuencias para la ética privada y pública que de dicho mensaje se derivan. ¿Cuál es el mensaje de Eclesiastés para este tiempo en el que ser evangélico está de “moda“ y en el que, paso a paso, la fe evangélica se va afirmando como la primera minoría religiosa en todas los países latinoamericanos?

          Uno de los problemas más recurrentes, incluso en los círculos evangélicos, es la pésima administración del tiempo que se refleja en la famosa “hora peruana” con la que se intenta justificar la irresponsabilidad y el incumplimiento de la palabra empeñada. Un hecho que puede explicar por qué en el contexto peruano, antes que una virtud, la puntualidad se ha convertido en un terrible defecto. Ya que lo “normal” y lo más frecuente es ser impuntuales. ¿Qué está pasando? Además de la falta de civismo, un asunto que ya es en sí mismo bastante grave para la salud moral de un país, lo que está ocurriendo es un total deterioro de las reglas básicas de convivencia social que a la larga pueden conducir al derrumbe moral de una nación. Ayuda mucho en estos casos reflexionar sobre el significado del mensaje de Eclesiastés para este momento histórico, particularmente, respecto a la forma como en este libro del Antiguo Testamento se reflexiona sobre la administración del tiempo, un problema que tiene connotaciones éticas precisas. Eclesiastés 3.1-8 plantea claramente este asunto.

Un Hecho Indiscutible

          Una excusa bastante frecuente, dentro y fuera de las iglesias evangélicas, se expresa en la frase corriente: no tengo tiempo o no tuve tiempo. Palabras con las que se intenta justificar la falta de respeto a los compromisos que se adquieren y la irresponsabilidad en las relaciones humanas. En realidad, lo que parece estar ocurriendo actualmente, es que se ha hecho bastante común faltar a la palabra empeñada y no sentir ningún tipo de remordimiento por esa conducta que atenta contra la moral pública. A pesar de esta actitud corriente en muchos círculos sociales, incluyendo a las iglesias, un hecho es indiscutible. De ello se percató hace muchos años atrás el autor de Eclesiastés. Según este libro del Antiguo Testamento: Todo tiene su tiempo (Ec. 3.1). O como se traduce en la Nueva Versión Internacional (NVI): Todo tiene su momento oportuno (Ec. 3.1).

          Así es en efecto. La misma experiencia humana da cuenta de este hecho indiscutible. Todo tiene su tiempo en esta vida. Sin embargo, considerando la conducta frecuente de un alto porcentaje de los seres humanos, parece estar bastante claro que hace mucha falta una sabia administración del tiempo. Ya que el tiempo se dispersa en las ocupaciones secundarias o se desperdicia en cosas banales, dejando a un lado los asuntos más importantes, y abandonado las tareas que si contribuyen al bien común o a la realización personal.

          La afirmación del libro de Eclesiastés, basada en la observación de los asuntos cotidianos, debería ayudarnos a ordenar adecuadamente la agenda de cada día y a utilizar de una manera más apropiada las horas que se tienen. Esto no tendría que ser un problema insoluble para nosotros. Sin embargo, para que esto ocurra, habría que dejar a un lado excusas frecuentes como “no tuve tiempo”. Ya que: Todo tiene su tiempo. De ese hecho indiscutible tendríamos que estar suficientemente conscientes para no caer en el vicio de la “hora peruana” y para cultivar una conducta radicalmente distinta basada en una sabia administración del tiempo. Únicamente así seremos diferentes a los demás y daremos cuenta, con un testimonio irreprensible, de nuestra condición innegable de discípulos de Jesús de Nazaret.

UNA REALIDAD COTIDIANA

          Todo tiene su tiempo es un hecho indiscutible. Ese hecho indiscutible indica, además, que se trata de una realidad cotidiana que no se puede eludir a pesar de todos los esfuerzos humanos que se hagan para esquivar la responsabilidad de utilizar sabiamente el tiempo. La realidad cotidiana respecto al tiempo la plantea así el autor de Eclesiastés: ...todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora (Ec. 3:1). Un texto bíblico que en la NVI se traduce  con estas palabras: ...hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo (Ec. 3.1).

          ¿Qué significa esto? Que cada acción humana tiene su lugar, su momento, su oportunidad, su espacio propio, su perfil definido. En otras palabras, las distintas responsabilidades no tienen por qué confundirse ni mezclarse unas con otras, particularmente si una persona sabe utilizar de manera adecuada y responsable el tiempo. Así, por ejemplo, las horas de trabajo no tienen por qué confundirse con las horas de descanso, tampoco se tiene que confundir el tiempo para la familia, con los ratos libres que uno tenga para disfrutarlo con los amigos o para dedicarlo al desarrollo personal. Todo lo que uno desea hacer tiene su hora o su tiempo oportuno. Esta es una realidad cotidiana que no deberíamos ignorar en ningún momento.

          Los evangélicos deberíamos estar en primera fila cuando se trata de asuntos como la correcta administración del tiempo. Para nosotros no deberían ser extrañas declaraciones bíblicas como: todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Esto es así, porque como discípulos de Jesús de Nazaret, hace rato que tendríamos que haber resuelto problemas como el uso adecuado del tiempo. Más aún, las excusas o pretextos frecuentes como “no pude” o “no tuve tiempo”, ya no tendrían que formar parte ni de nuestro vocabulario cotidiano ni de nuestra práctica de vida. La simple observación o el sentido común nos advierten de lo inadecuado de estas excusas o pretextos, especialmente, porque las personas sensatas pueden darse cuenta que la realidad cotidiana indica que todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Y esto no podemos cambiarlo.

UNA VARIEDAD DE ACCIONES

          Los seres humanos, cualquiera sea su edad o su condición social, realizan cada día múltiples actividades en distintos momentos y situaciones. En realidad, existe una variedad de acciones que cotidianamente hombres y mujeres, niños y adultos, realizan en todas las culturas y sociedades. Ya hace mucho tiempo atrás, el autor de Eclesiastés, observó atentamente este hecho común a todo el linaje humano. Desde la perspectiva de este agudo observador de la experiencia humana existe indudablemente:

Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar, tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser, tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer, tiempo de guerra, y tiempo de paz (Ec. 3:2-8).

          Cualquier atento observador de la cotidianidad de la experiencia humana podría haber llegado a la misma conclusión. La variedad de acciones humanas da cuenta de que el menú de posibilidades es bastante amplio. Y para todo ello existe un tiempo adecuado o un momento oportuno. Cada cosa en su lugar, cada acción en su momento, cada hecho en su propio espacio. Así es la vida, así discurre la experiencia humana, así nos movilizamos cada día en este mundo. Esta observación, ¿no debería ser suficiente como un dato irrebatible que nos ayude a administrar más sabiamente las horas de cada día? Ya el mismo hecho de darse cuenta de que existe una variedad de acciones tendría que advertirnos sobre este asunto, sin embargo, parece que todavía se confía demasiado en el “no tuve tiempo” y en el “me faltó tiempo” como moneda corriente en la conducta individual y colectiva. Y, por supuesto, los discípulos de Jesús de Nazaret tendríamos que ser totalmente distintos a los demás en todas las cosas. Entre ellas, la administración sabia de las horas de cada día, porque en ese hecho se traduce la forma cómo entendemos y valoramos nuestra identidad como discípulos de Jesús de Nazaret encarnado, crucificado y resucitado.

SERMONES: Cambiemos nuestra forma de ser iglesia

Transformemos nuestra Forma de ser Iglesia
Gabriel Gil Arancibia. Predicación en la Capilla del Seminario Sudamericano (SEMISUD).
Miércoles 18 de agosto del 2010

 

El tema que mis autoridades espirituales me han pedido para hoy es tanto atractivo, tentador y seductor. El título en sí nos sugiere varias ideas de cómo transformar la iglesia; sin embargo, antes de transformar algo, debemos entenderlo.

A mi modo de ver, el tema planteado presenta dos grandes problemas, los cuales vamos a analizar a lo largo de esta reflexión.


PRIMER PROBLEMA, ¿Qué entendemos por Iglesia?
“Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia” (Mateo 16:18)

No hay en toda la Biblia ningún versículo que nos explique “que mismo es la iglesia”, ni siquiera en las cartas del apóstol Pablo aparece una definición concreta del término. Sí se menciona el término iglesia, pero no se lo explica (Mateo 16:18 no es la excepción). El apòstol Pablo fue el máximo misonero de la iglesia primitiva y el que fundó casi 32 congregaciones en todo el Mediterráneo, pero nisiquiera él nos aclara el misterio. El libro de los Hechos, que narra históricamente lo sucedido con la primera comunidad de cristianos tampoco nos dice qué es la iglesia.

El gran eclesiólogo P. Faynnel, en su libro LA IGLESIA declaró: “Los apóstoles estaban más preocupados en hacer iglesia, que de entenderla”.

El problema se ahonda cuando nos ponemos a pensar si Cristo quiso realmente fundar la iglesia, al menos como la conocemos en la actualidad (varios eclesiólogos de renombre acusan que nunca fue la intención de Cristo fundar “la iglesia”).

Algunos de nuestros alumnos egresados, interpretando a célebres maestros del Semisud elaboraron tesis de investigación un tanto controversiales para algunos, brillantes para otros, respecto a lo que Cristo fundó en el primer siglo. Estos alumnos fueron valientes al afirmar que Cristo nunca tuvo la intención de fundar una iglesia institucional como la que tenemos hoy, al contrario, lo que Cristo sí fundó fue “una comunidad de hombres y mujeres unidos por la fe en Dios y practicantes de los principios del Reino”. Todo lo demás, como diría el exégeta, es sólo añadidura.

Faynnel, Hans Küng, Dietrich Bonhoefer y otros eruditos del campo de la eclesiología están de acuerdo que Cristo fue un hombre sencillo, y que lo que quiso fundar fue una comunidad de gente sencilla, que viviera una vida sencilla y así impactaran a otros con su ejemplo de vida.

Con respecto a la palabra “impactar”, mucho se ha abusado de este término. Piense conmigo un momento, ¿a qué nos referimos con impactar? Muchas congregaciones, ministerios y fundaciones cristianas incluyen en sus declaraciones de visión y misión la palabra impactar, pero… ¿A qué se refieren? ¿Qué implica el término en sí? Una cosa es clara, nuestro Señor Jesucristo junto con 40 hombres y mujeres, no  más que eso, logró IMPACTAR LA SOCIEDAD DONDE VIVÍAN. Es decir, “transformaron a las personas inmediatas a su contexto”, y con eso cumplieron su misión. Yo me pregunto, ¿por qué soñamos con impactar al mundo entero si no somos capaces de impactar/transformar a quienes nos rodean? Una iglesia verdadera es aquella que realmente transforma con el poder del evangelio a sus feligreses en primer lugar, a las familias de éstos en segundo lugar, y a los amigos y compañeros cercanos en tercer lugar. Si cada congregación se focalizara en hacer esto, la tarea de evangelizar hace rato se hubiera cumplido. Pero la verdad es que soñamos con lo grande, lo apoteósico, lo megalómano, soñamos con grandes construciones y miles de seguidores, cuando en Cristo, nuestro fundador y Mentor, no aparece ni una pizca de eso. Algo anada mal, algo no entendimos bien cuando quisimos reproducir el modelo de Cristo.

En el libro de Eclesiastés encontramos una verdad innegable: “Dios creó al hombre sencillo, pero éste se complicó la vida”. Somos nosotros, los seres humanos quienes nos encanta complicar lo incomplicado, confundir lo entendible y arruinar lo construido. La idea de Cristo era buena, facil de entender y de aplicar. Repito: “Una comunidad de seguidores, unidos por su fe en Dios, practicantes de los principios del Reino”. ¿Qué tan difícil puede ser esto de entender? Pero nosotros, simples mortales, creemos que cuando algo es muy fácil de entender y aplicar, cuando algo es sencillo o pequeño es mediocre e incluso malo; entonces lo burocratizamos, lo institucionalizamos, lo adoctrinamos, dogmatizamos, idealisamos y agrandamos, y el resultado final es “la Iglesia a la que actualmente tú y yo servimos”.

Pero volvamos a la pregunta del primer problema, ¿Qué es la iglesia? Como profesor del SEMISUD, es mi anhelo que todos ustedes, los alumnos de este prestigioso plantel, al término de sus cuatro años de estudio puedan tener su propia definición de iglesia. Para ayudarles, veamos unas breves definiciones del término según algunas denominaciones cristianas de importancia:

1. Para la Iglesia Católica Apostólica y Romana, la iglesia es: “Una sociedad divinamente constituída, compuesta de miembros de cada raza y nación, en la que todos mantienen la misma fe, usan los mismos sacramentos como medios de santidad y salvación, y son gobernados benignamente por el sucesor de San Pedro, el vicario de Cristo, el papa”.
2. Para la Iglesia Anglicana, “la iglesia visible de Cristo es una congregación de hombres fieles, en la cual se predica la Palabra de Dios, y donde los sacramentos se ministran apropiadamente de acuerdo a la ordenanza de Cristo”.
3. Para la Iglesia Reformada, “La iglesia católica o universal, la cual es invisible, se compone del número total de los elegidos… La iglesia visible, la cual también es católica o universal bajo el evangelio, consta de todos por los que el mundo profesan la religión verdadera, juntos con sus hijos”.
4. El concepto Bautista: “La iglesia es una compañía de santos visibles, llamados y separados del mundo por la Palabra y el Espíritu de Dios, a la profesión visible de la fe del evangelio; siendo bautizados en esa fe”.
5. ¿Cuál es tu concepto?


SEGUNDO PROBLEMA, ¿Debemos luchar contra la Tradición?
“Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos” (Jeremías 15:19).

En mis años como docente del SEMISUD me he encontrado con diferentes alumnos. Algunos son ratones de biblioteca, les encanta leer e investigar, ¡bien por ellos! Otros son pensadores por naturaleza y siempre están abordando a los profesores para dialogar con ellos; otros tienen pasta de escritores y constantemente están esbozando artículos aquí y allá; y algunos alumnos les encanta pasar sus años en SEMISUD jugando voley o futbol, o chateando en el Internet, bueno, “de todo hay en la viña del Señor”.

En fin, varios alumnos brillantes que han pasado por nuestras aulas fueron en su tiempo “revolucionarios, criticos observadores y agudos pensadores”. Ellos y ellas prometían cambiar el mundo, transformar la iglesia y predicar a Cristo de manera novedosa.

Muchos de ellos están hoy insertos en el mundo eclesial, predicando, enseñando y pastoreando; la mayoría, sumidos en la corriente implacable de la tradición. Es decir, están allí afuera haciendo “más de lo mismo”. No es que lo que está allá afuera esté mal, sería irresponsable de mi parte afirmar tal cosa, pero sí les aseguro que nuestras iglesias podrían estar mejor.

Muchos de nuestros egresados al salir de nuestras instalaciones y enfrentarse al mundo real, se encuentran con una montaña eclesiástica dificil de escalar. Nuestros muchachos/as llegan a sus países cargados de ideas frescas, sugerencias inteligentes, propuestas atrevidas, soluciones prácticas; pero poco a poquito comienzan a menguar. El ímpetu seminarista comienza a desaparecer. Es más facil pensar como el resto, es más facil hacer el trabajo como manda la tradición, es más facil y menos arriesgado seguir la corriente que ir en contra de ella. ¿Por qué? Los seres humanos buscamos siempre el sentido de pertenencia, y cuando alguien piensa diferente a nosotros lo marginamos, despreciamos y excomulgamos. Así que, como no queremos ser marginados, nos atemorizamos y nos amoldamos al sistema, pero olvidamos lo que Pablo nos dice en Romanos 12:2, “No te conformes al sistema”.

Dios le da una clara advertencia al profeta Jeremías, Él le dice: “Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos”. En este seminario aprendemos a pensar, criticar, sugerir, proponer y hacer. Pero este seminario es como una especie de burbuja académica, que nos protege y alimenta mientras vivimos dentro de ella. Pero afuera, la realidad es otra.

Nuestros amados pastores y pastoras, a quien denomino cariñozamente “la escuela antigua”, fundaron iglesias por todas partes. América Latina está llena de iglesias grandes, medianas y pequeñas, todas ellas levantadas por ministros del evangelio. Hombres y mujeres que dejándolo todo, incluso dejando de comer, pusieron sus vidas a disposición del Reino. El resultado salta a la vista, las iglesias son el testimonio de su esfuerzo.

La nueva generación, ustedes, no pueden desconocer ese esfuerzo. Pero esto no significa que harán más de lo mismo. Los tiempos han cambiado, las necesidades son otras, las audiencias son diferentes y por tanto, las estrategias también.

En cierta ocasión David Ramírez dijo: “Las mejores iglesias aún no han sido levantadas en América Latina”. Él tenía razón, las mejores iglesias están aquí, en sus cabezas, en sus mentes, en sus ideas, en sus sueños y proyectos. Algún día usted saldrá de esta casa y estará allá afuera, sólo; y es allí donde tendrá la tentación de seguir el camino fácil, el de la tradición, es decir, hacer más de lo mismo; o bien, elegir el camino de los héroes, el camino de los mártires, el camino de los vencedores. ¿Cuál? Negarse al conformismo, negarse a la autocomplacencia, negarse a la gratificación instantánea; sino, marcar la diferencia, hacer la diferencia, crear iglesias diferentes, modelos diferentes, predicaciones diferentes, ministerios diferentes; pero recuerda, puedes hacer la diferencia “al estilo de Dios”. Habrán críticas, burlas, comentarios despectivos, chistes sobre ti; pero si te mantienes firme, seguramente en 7 o 10 años, tu nombre comenzará a sonar, tu ministerio será respetado, el modelo nuevo de iglesia que hayas implantado será estudiado por los nuevos seminaristas. Pero si haces más de lo mismo, serás bueno, pero habrás perdido la oportunidad de haber sido “mejor”.

CONCLUSIÓN.
La iglesia del siglo XXI no puede ser como la iglesia del siglo XX, sería inapropiado, absurdo y poco inteligente. Necesitamos romper paradigmas, estructuras cuadradas e impertinentes. Se hace necesario hombres y mujeres violentos, en el sentido espiritual, capaces de agitar las aguas de la denominación; hacer observaciones respetuosas a los superviores; dar sugerencias viables a los antiguos pastores; proponer caminos transitables a las futuras generaciones.

Allá hay un Mundo esperando por las nuevas iglesias, nuevos modelos, con principios bíblicos sólidos y bien interpretados. Allá afuera hay comunidades urbanas esperando por el mensaje del evangelio; hay comunidades sexuales diferentes a la nuestra esperando que alguien les ilumine el camino; allá afuera hay hombres y mujeres de negocios sedientos de una pastoral amiga y no de pastores que sólo buscan su dinero; allá afuera, y sin necesidad de ir tan lejos como nuestros amigos misioneros, allá en la ciudad hay necesidades imperantes que reclaman de nosotros respuestas pertinentes aquí y ahora.

Dos cosas quedan claras de este sermón: Primera, debemos entender qué es la iglesia, según las Escrituras y según la mente de Cristo y; Segunda, debemos marcar la diferencia haciendo de la iglesia una comunidad accesible para todos, diferente, contextual, pertinente, novedosa y práctica.

Pidamos a Dios nos de la inteligencia para ser cristianos/as facilitadores del Reino y jamás obstaculizadores  porque de esos ya tenemos de sobra.

¡Dios les bendiga!

SERMONES: Señor Cambia Mi Actitud

SEÑOR, CAMBIA MI ACTITUD
ANTES QUE SEA DEMASIADO TARDE
Por Gabriel Gil Arancibia. Profesor, conferencista. Director Nacional de Educación Teológica IDD - Chile

Texto de estudio, Romanos 12:2. “No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que es grato, lo que es perfecto”.

El reconocido Pastor Principal de la mega iglesia Willow Creck, Bill Hybel cuenta que uno de los miembros de su equipo pastoral se había convertido en una molestia para él y el resto del equipo. Esta persona era intelectualmente capaz, un genio para crear programas evangelísticos, extremedamente hábil cuando se trataba de hablar en público; pero tenía un pequeño-grande problema: Su actitud. Este hombre, relata el Pastor Principal, en cada reunión de equipo se esmeraba en mostrar a los demás lo desconforme que se encontraba con el Pastor Principal y con los distintos programas de la Iglesia. Él lo hacía de una forma peculiar, dice el Pastor, se sentaba en la silla de trabajo alrededor de la mesa y bostezaba constantemente, salía de la reunión una y otra vez, criticaba todo cuanto los demás opinaban y por si fuera poco cuando le tocaba orar para despedir la reunión, él decía algo así: “Señor, gracias por permitir que esta aburrida reunión llegara a término, gracias porque tu sabes que estamos cansados de estar aquí, gracias por que a pesar de que no hay avance en esta iglesia, tú Señor nos permites trabajar en esta obra”. Era claro que este hombre tenía serios problemas de actitud.

¿Qué creen que hizo el Pastor Principal de esa iglesia? Lo que cualquiera de nosotros en su posición hubiese hecho. Habló con él y le señaló el problema de actitud que tenía. Finalmente aquel hombre no soportó la corrección y decidió renunciar a su trabajo. Lamentablemente nunca cambió de actitud.

Bill Hybel nos dice que en el mundo gerencial del siglo XXI la actitud cuenta mucho para conseguir trabajo y mantenerse en él. Este Pastor afirma que lo mismo ocurre en la Iglesia, ministerio o pastoral. Él sostiene que existen muchos buenos cristianos alrededor del mundo con grandes capacidades de liderazgo y administración, pero con grandes dificultades para controlar su carácter, sus impulsos, su forma de hablar y expresar sus sentimientos, sus ademanes y gestos. Estas personas, asegura Hybel, obtendrán logros muy reducidos en su vida cristiana laboral, ministerial y personal. ¿Por qué? La respuesta es sencilla, afirma Hybel: Los gerentes de hoy, líderes, supervisores, pastores, entre otros, buscan conformar equipos de trabajo con personas altamente inspiradas; es decir, con una actitud optimista hacia la vida. Esto dicho de otra manera es lo que los sicólogos llaman “Inteligencia Emocional”.

Ahora bien, el cambio constante hacia la perfección debe ser el estilo de vida de todos aquellos que pretenden llamarse cristianos. La Biblia nos dice que debemos “evolucionar”; es decir, renovarnos en un espíritu de superación teniendo como fin último la excelencia de vida (Juan 10:10).

En la Biblia encontramos a diferentes hombres que sufrieron un cambio radical en su conducta (algunos ejemplos: Moisés, David, Pedro, Pablo, entre otros).

Cada una de estas personas cambió su actitud, de personas negativas a personas positivas. Debemos recordar que la actitud determina la forma de ver y vivir la vida (tú ves lo que quieres ver, dice el refrán). El cambio de actitud es el factor principal en quienes han decidido ser triunfadores en ves de perdedores, la actitud es “la manifestación externa de mi condición interna”.

Por ejemplo, si mi ser interno está lleno de maldad, la manifestación de éste se hará visible en actitudes de odio, venganza, homicidio, etc. Sin embargo, si mi ser interno está lleno de amor, la manifestación de éste se hará visible en actitudes de misericordia, compasión, bondad, entre otras. Así entonces una actitud positiva y constructiva será siempre el resultado de un cambio interno tanto de mente como de espíritu.

En Romanos 12:2 encontramos al apóstol Pablo escribiendo un interesante y profundo versículo. Pablo es el ejemplo perfecto de una persona que sufrió un cambio interno manifestándolo luego en un estilo de vida saturada de actitudes cristianas. De ser un perseguidor de la Iglesia, un oponente del Evangelio y cómplice de asesinato, Pablo cambió a un hombre con actitudes nobles y dignas de imitar.

¿Qué fue lo que ocurrió en el Apóstol? En Hechos 9:1-9 se nos relata que Jesús apareció a Pablo, irrumpió en su vida y la cambió para siempre. Jesús transformó y renovó la pobre existencia de este hombre. De esto aprendemos que “Cristo es el único capaz de intervenir en las vidas de los seres humanos transformándolas por toda la eternidad”. Jesucristo puede hacer de un hombre/mujer lleno de actitudes negativas, un hombre/mujer lleno de actitudes positivas, actitudes que edifican y no que destruyan, actitudes que aportan y no que restan, actitudes que contribuyan a la formación del carácter cristiano y no que deforman al ser humano.

Cuando Pablo escribió Romanos 12:2 sabía bien lo que estaba escribiendo, él mismo experimentó un cambio fenomenal en su vida. No obstante, debemos tener presente que el cambio que sugiere el apóstol no ocurre de la noche a la mañana, no es un acto mágico donde en un abrir y cerrar de ojos las malas actitudes desaparecen; mas bien es un proceso lento y doloroso que requiere la ayuda del Alfarero Divino.

Sin embargo, para que el cambio de actitud sea una realidad en nuestras vidas debemos estar dispuestos a reconocer que tenemos un problema de actitud. Déjeme decirle que esto no es nada fácil. Peter Drucker, el gurú del liderazgo empresarial, sostiene que “las personas con problemas de actitud son tan inteligentes intelectualmente, que no ven  (o no quieren ver) los problemas actitudinales que tienen en su vida; y lo que es peor, tienden a culpar a otros de sus frustraciones, depresiones y amarguras. Sí, son tan inteligentes que no se dan cuenta de su propia torpeza”.

Ahora bien, aterricemos el mensaje de hoy en el versículo que leímos al inicio. Romanos 12:2. No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que es grato, lo que es perfecto”.

Si pudiéramos poner un título al versículo leído creo que le vendría bien éste: “Romanos 12:2, Un estilo de vida en constante cambio”. Analicemos el contenido de este verso.

  • Las palabras claves de este versículo son no vivan ya. Estas palabras vienen del vocablo griego suschematizo y se refiere a “conformarse a la moda exterior o a la apariencia, acomodándose a un modelo o diseño”.
  • Suschematizo aparece nuevamente en 1ª Pedro 1:14 (“…como hijos obedientes, no vivan conforme a los deseos que tenían antes de conocer a Dios), donde describe a aquellos que se conforman a los deseos mundanos. La conformidad aparente o superficial al sistema de este mundo, o cualquier acomodo a sus maneras, sería fatal para la vida cristiana.
  • Por lo tanto, la vida del cristiano se caracteriza por ser una constante transformación y oposición a un sistema regido por la maldad. El consejo bíblico es claro, “cambien su manera de pensar y así cambiarán su forma de actuar-vivir” (Romanos 12:2).
  • Pablo nos aconseja cambiar nuestras actitudes destructivas por actitudes constructivas. Leamos Gálatas 5:19 – 25. “Es fácil ver lo que hacen quienes siguen los malos deseos: cometen inmoralidades sexuales, hacen cosas impuras y viciosas, adoran ídolos y practican la brujería. Mantienen odios, discordias y celos. Se enojan fácilmente, causan rivalidades, divisiones y partidismos. Son envidiosos, borrachos, glotones y otras cosas practicadas. Les advierto a ustedes, como ya antes lo he hecho, que los que así se portan no tendrán parte en el Reino de Dios.”
Concluimos diciendo que si deseamos que aquellas actitudes que nos traen problemas en el trabajo, en los estudios, en el matrimonio, en mi relacionalidad con las personas desaparezcan, debes seguir los siguientes pasos:

          1º Escuchar a aquellas personas que te están diciendo ¡Hey, tienes           problemas de actitud! No desprecies un consejo de esta naturaleza.

          2º Reconocer que necesitas un cambio de actitud integral, interno y externo en tu vida.

          Decide hacer los cambios necesarios en tu vida. Es decir, debes           pasar del análisis a la ejecución del mismo.

          Experimenta a diario el encuentro con Jesucristo que te permitirá       vivir el cambio de actitud que necesitas.

          Permite al Espíritu Santo que moldee tu ser a imagen y semejanza de Cristo por el resto de tu vida.

Nuestra oración debe ser: ¡Señor cambia mi actitud antes que sea demasiado tarde!