jueves, 7 de julio de 2011

Pastoral: ¿Cómo Actúas frente a la Tentación?

Toda tentación antes de hacerse una acción la mayoría de veces pecaminosa, nos presenta dos posibilidades o huimos de ella o cedemos y caemos en la trampa; el texto de hoy nos presenta herramientas para que propendamos a tomar como opción lo primero.

Saludos y bendiciones

José Luis
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Tentación.
¿Cómo actúas frente a la tentación?
1 Corintios 10:12,13

"Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar."


Imagínate encontrarte parado en medio de un bosque en llamas. Las brasas de fuego vienen desde arriba, se levantan desde abajo y danzan de un lado a otro por todas partes. Tú sientes miedo, te quedas sin respiración y estás casi seguro de que todo está perdido. Entonces, notas una ruta libre de fuego que empieza dónde estás parado y termina en un lugar fuera de peligro. ¿Qué haces tú? Bueno, sin duda alguna corres de inmediato a ese pasillo de seguridad, tratando de librarte de las llamas. ¿Cómo responderías tú si alguien te dice: "Tú sabes, yo en tu lugar correría directamente al fuego y vería que sucedería"? Totalmente absurdo. ¿Por qué alguien escogería correr en dirección al peligro en lugar de ir hacia la seguridad tomando una clara ruta de escape?

Cuando enfrentamos la tentación, sucede algo semejante a estar parado en medio de un bosque en llamas. El peligro nos rodea por todos lados presentándonos un dilema y la necesidad de tomar una decisión. El problema, sin embargo, es que aquí el fuego parece invitarnos a tomar la ruta hacia él. No sólo el peligro parece no existir sino que realmente aparenta ser una fuente de gozo. Pero lo cierto es que el gozo nunca es el resultado de ceder a la tentación. Quizás haya un disfrute momentáneo, pero no satisface plenamente y se desvanece con rapidez. Rendirnos ante la tentación solamente nos conducirá al pecado y nos traerá terribles consecuencias que, tarde o temprano, nos harán sufrir y lamentarnos de haber tomado esa decisión.

Afortunadamente, Dios ha prometido que nunca permitirá que seamos tentados más allá de lo que podamos resistir, sino que siempre proveerá una salida de escape. Depende de nosotros escoger esa salida. Nuestra naturaleza carnal siempre nos empujará hacia el lado de la tentación y el pecado. De esto debemos estar concientes. ¿Qué hacer entonces? Seguir el consejo que Jesús dio a sus discípulos, allí en Getsemaní, a pocas horas de su muerte cuando se debatía en medio de la tentación de ir en dirección contraria a la cruz. La carne le indicaba que huyera de aquel enorme sacrificio; su espíritu, por el contrario, le recordaba su responsabilidad en el plan de salvación confeccionado por el Padre. Allí, después de postrarse tres veces en oración, el Señor les dijo: "Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil." (Mateo 26:41).

Entonces, ¿qué debemos hacer para rechazar la tentación y actuar conforme a la voluntad de Dios? Primero, debemos velar, es decir estar constantemente alertas de las maquinaciones y artimañas del diablo. No olvidemos que el enemigo puede poner pensamientos en nuestra mente; también puede usar la televisión, o una persona, o cualquier otro medio. Segundo, debemos mantenernos en oración buscando la fortaleza espiritual que viene de Dios. El apóstol Pablo en su carta a los efesios los aconseja de la siguiente manera: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.” (Efesios 6:10). Y en el versículo 18 les dice: “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.” Velando y orando. Esta es nuestra parte. El Señor nos enseñará la salida, y nos conducirá ilesos fuera del bosque en llamas.

ORACION:
Padre Santo, me postro ante tu trono de gracia en oración y súplica y te ruego que me des discernimiento espiritual para reconocer las tentaciones, y la fuerza y el valor para alejarme de ellas. En el nombre de Jesús, Amén.

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