martes, 25 de octubre de 2011

Pastoral: ¿De quién dependes tú?

Cuando Dios mira en nuestro corazón desobediencia, ganas de hacer nuestra voluntad a ultranza, la mayoría de las veces nos lleva por un camino indirecto que nos hace generalmente rodear un desierto (dificultades, pruebas) para demostrarnos que al rendir nuestra alma a su poder, podemos encontrar la tierra de bendición que nos ha prometido; por ello es importante una respuesta contundente a la pregunta planteada, pues solamente la dependencia en Cristo nos evita que hagamos una vuelta de 40 años en un camino que debería tomarnos 3 días.

Saludos y bendiciones

José Luis

¿De quién dependes tú? 

Deuteronomio 8:1-10 
“Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros padres. Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre. Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años. Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga. Guardarás, pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole.”
 

Douglas Bourto-Christie, profesor de Teología en Loyola Marymount University, decidió caminar los últimos kilómetros para llegar a su retiro espiritual en un monasterio egipcio. Se bajó del autobús en una pequeña villa y, lleno de confianza, se dispuso a cruzar el desierto. Unas horas después se dio cuenta que estaba perdido. Finalmente encontró el camino, pero en lugar de hacer su entrada al monasterio orgulloso y seguro de sí mismo, llegó agotado, humillado y agradecido de estar vivo. Después dijo: “esta experiencia me enseñó algo muy importante: al entrar en el desierto me vi obligado a renunciar a la ilusión de control”. Controlar nuestro propio destino es una fantasía a la que nos aferramos. Pero cuando Dios nos lleva por un “desierto”, a través de nuestra experiencia aprendemos que nuestra única esperanza descansa en él.

El pasaje de hoy nos muestra al pueblo de Israel, con la Tierra Prometida finalmente a la vista después de deambular 40 años a través del desierto. Su líder Moisés se dirige a ellos y los desafía a recordar los eventos de aquellos años pasados. Durante todo ese tiempo, Dios los probó de diferentes maneras para saber lo que había en sus corazones y si obedecerían sus mandamientos, y sobre todo para darles una gran lección. Moisés les dice: “Te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.” 

La tecnología relacionada al estudio de los huracanes, su dirección, trayectoria e intensidad ha avanzado extraordinariamente en los últimos años. Sin embargo, a pesar de los grandes conocimientos sobre estos fenómenos naturales, acumulados durante años en modernísimas computadoras, los meteorólogos están limitados a dar un pronóstico de la trayectoria de un determinado huracán (el cual nunca es cien por ciento exacto), y un estimado de la intensidad de los vientos y la velocidad de traslación (las cuales varían con bastante facilidad). Y lo más importante: no pueden hacer absolutamente nada para cambiar ninguna de estas características del ciclón, a pesar de que darían parte de sus vidas por controlar la dirección del mismo y dirigirlo hacia el océano donde no ocasionara daño alguno. Simplemente no pueden.

¿Acaso está Dios tratando de enseñarnos algo? ¿Se dará cuenta el mundo que nada podemos hacer por nosotros mismos? Jesús dijo claramente a sus discípulos: "separados de mí nada podéis hacer." (Juan 15:5). Si queremos vivir una vida de victoria, tenemos que aceptar nuestra total dependencia del único que puede dirigir nuestro destino a través del desierto y llevarnos hasta la Tierra Prometida que él tiene para cada uno de nosotros.

Si en estos momentos estás perdido en medio de un desierto de pesar e incertidumbre, quizás Dios te está enseñando a depender de él. Así que “fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia”, como dice Proverbios 3:5. 

ORACION:
Padre santo, ayúdame a eliminar de mí todo complejo de autosuficiencia, y a depender de ti en todo, aún en aquellas cosas que yo considero "simples". Hoy yo me rindo y declaro mi dependencia absoluta a ti. En el nombre de Jesús, Amén.

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