domingo, 12 de junio de 2011

Pastoral: ¿Sientes miedo incluso al dormir?





¿Sientes Miedo incluso al Dormir? (Proverbios 3:24)
Por Gabriel Gil Arancibia, para la revista RÁFAGAS (Ecuador)

No necesito ser experto para describir qué es el miedo,
basta experimentarlo para reconocerlo.

Todos los seres humanos lo hemos vivido alguna vez, incluso los valientes lo confiesan. El miedo es parte natural de nuestras vidas, de nuestra sociedad. En Wikipedia -que hace años ha venido siendo consultada cada vez más-, dice respecto al tema: “El miedo o temor es una emoción caracterizada por un intenso sentimiento habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta tanto en los animales como en el ser humano. La máxima expresión del miedo es el terror”.

Miedo, espanto, horror, son palabras comunes en la sociedad hoy. No hace falta ver una película de terror antes de acostarse para tener pesadillas, el solo hecho de mirar las noticias por una hora es suficiente para llenar nuestra cabeza de temores. Es conocido por todos que “las noticias positivas no venden”, de ahí la necesidad de llenar los noticieros, prensa oral y escrita con tragedias, muerte, asaltos, fracasos políticos, pobreza, corrupción, más asesinatos, muertes por la gripe porcina, etc. En la mañana nos levantamos y de camino al trabajo notamos que parte de lo escuchado en las noticias es verdad, salimos a la calle con un sentimiento de inseguridad. Y así trabajamos, o estudiamos o estamos en casa. Al llegar la noche, sobre todo en las grandes urbes, los ciudadanos comunes nos refugiamos en nuestros hogares “bajo cuatro llaves” y no deseamos volver a salir por temor a ser asesinado, asaltado, violado, estafado, atropellado, etc, etc, etc. Las palabras del profeta Jeremías parecen resonar hoy: “Terror por todas partes”.

Conocí a una dulce anciana que vivía sola en su departamento en pleno centro de la ciudad. En cierta ocasión fuimos con mi esposa e hijas a visitarla, ya era de noche. Cuando golpeamos a su puerta tardó más de diez minutos en abrirnos, si bien me había reconocido desde el interior. ¿La razón? Estaba enclaustrada en su propio hogar. Comenzó a abrir una serie de cerraduras, candados, picaportes y no sé cuantas vainas más hasta que al fin, la puerta se abrió. Una vez adentro y luego de una amena conversación, le pregunté el porqué de tantas trabas, ella respondió de forma natural: “Si yo no me cuido, ¿quién lo hará?”. Ella nos relató que en las noches no podía dormir, un terror inexplicable la asaltaba y la hacía deambular de un pensamiento de muerte a otro.
Uno podría pensar que este es un caso aislado, que se trata de una pobre anciana temerosa, pero no es así. La “sociedad del miedo” está aquí y no piensa retirarse. Koldo Unceta publicó en ELPAIS.com un interesante artículo respecto al tema. Un trozo de ese material en las siguientes líneas: “Vivimos una época caracterizada por la inseguridad humana. La confianza y las certezas -buenas o malas- de otros tiempos, los de las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, dieron paso a un período de incertidumbre y de perplejidad, que ha acabado desembocando en abierta inseguridad. Y la inseguridad, ya se sabe, es incompatible con el bienestar. Hace ya más de una década que el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) planteó que desarrollo y seguridad humana eran dos caras de la misma moneda, y que si uno de ambos componentes faltaba, difícilmente podría existir el otro. Como diría el clásico, "quien vive temeroso, nunca será libre", y ya se sabe que no hay progreso sin libertad. Hoy en día la inseguridad se ha tornado ya en temor, en miedo”.

“Tengo miedo”, es una frase muy resonada en la actualidad. ¿Miedo a qué? Las respuestas son muchas así como variadas: “Miedo a perder el empleo, miedo a que mi esposo me abandone, temor a no poder pagar las cuentas, terror a quedar sola”.

Pero la Biblia en Proverbios 3:24 nos dice, en la versión PDT… “Cuando te acuestes no tendrás miedo, pues te acostarás y dormirás tranquilo”. En la versión Lenguaje Actual, la última frase dice… “y sin preocupaciones”. ¿Es esto posible? La respuesta es un total y absoluto ¡SÍ! No olvidemos el emblemático Salmo de David que dice: “En paz me acostaré y así mismo dormiré porque solo tú Jehová, me haces vivir confiado” (Versión Reina Valera 1960).

El salmista nos da la solución a tan viejo problema: Quienes están en sintonía con Dios, quiénes han hecho del Señor su fiel compañero viven confiados “como un león” (proverbio antiguo), sin temor al presente ni al futuro, mucho menos al pasado. Estas personas descansan en Dios, depositan en Él todas sus preocupaciones, le cuentan a Dios todos sus problemas, angustias, y temores. ¿Acaso no es eso lo que nos aconseja el Salmo 55:22?

En las revistas seculares, de farándula, en las revistas médicas y siquiátricas encontramos un sinnúmero de “tips” que nos garantizan un dormir tranquilo. Puede que funcionen, pero ¿por qué no probar con Aquel que tiene el poder de la vida y la muerte en Sus manos? Dios está en control, no nos equivoquemos, es Él quien puede ayudarnos con nuestros miedos.

En la vida hay dos tipos de personas, quienes duermen tranquilamente por las noches, y quienes sufren temores y espantos sin lograr dormir.

¿Qué tipo de persona eres tú?

1 comentario:

  1. Pos debo reconocer que antiguamente era una de las personas que vivía atemorizada y más aún al llegar la noche, tanto así que necesitaba despertar a mi esposo para que me acompañara al baño, aunque estuviera al costado de mi habitación.Pero un matrimonio de pastores me enseñaron que ese temor desaparecería si tan solo confiaba en Cristo, pero no de boca hacia fuera, si no en verdad.¿Cómo lo logramos? tan solo con mucha oración, pues al pasar mas tiempo a solas con Cristo, aprendí a conocer mas de él, a estar en mayor comunión con él, lo que me enseñó a confiar de verdad en Cristo.Ahora ya puedo dormir tranquila, descansar y dejar todo temor. "Gracias a la oración y Cristo, ahora, puedo dormir en paz"

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